Fue Teté...

Fue Teté...


Editorial La Prensa

A la hora de los reconocimientos, aplausos, viajes y viáticos sobran aspirantes, en las “embarradas” cada quien se hace al lado y se escucha yo no fui, fue teté... Este es el ambiente en el Registro Nacional de las Personas cuyo secretario general, Fernando Anduray, acaba de informar que la seguridad de los datos personales así como las repercusiones, incluso internacionales, se halla en la decisión de un registrador municipal que motu propio, aligerado por el vil metal, modifica la base de datos. ¡Casi nada!

“Si un escribiente modifica la nacionalidad, nosotros no lo podemos detectar en la base de datos”, explica Anduray quien deja la puerta abierta a los hechos consumados revelados por la Unidad de Investigación de LA PRENSA. No hay seguridad. La base de datos en cada municipio está en manos de escribientes cuya autoridad es tal que sin disponer de orden judicial modifica nombres, apellidos, suplanta identidades y proporciona fecha a gusto del cliente.

¿Así son las cosas? Así están apareciendo tras la emisión de pasaportes en el consulado de Madrid a personas no nacidas ni naturalizadas pero sí con una línea, fabrica en un registro civil municipal, de ascendencia que respaldaba el falso “jus sanguinis” con el que cumplieron un proceso administrativo mediante el cual consiguieron el documento internacional.

La intervención que suena aquello de después del trueno, ¡Jesús, María! está comenzando a arrojar claridad sobre la manipulación de documentos originales con modificaciones sin ningún sustento, sino con el ingreso a los datos mediante el usuario y la clave del empleado ya identificado.

Cuando las doradas ilusiones condujeron a crear la ley del Registro y a organizarlo supuestamente para dotarlo de inmunidad frente a las múltiples patalogías de las instituciones políticas o arremetidas de mafias internacionales, fue calificado como un organismo técnico para la salvaguarda y defensa de los datos personales de los hondureños.

Hasta el momento aquello de las raspaduras, los escritos al margen o la desaparición de páginas fue eliminado con el uso de la tecnología. Sin embargo, sobreviven en otra modalidad, diferentes intervenciones de la delincuencia, amparadas en un sistema de impunidad generalizado y en carencias para asumir responsabilidades no exigidas por el Congreso Nacional que echará tierra al asunto.

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