Religiosos corruptos

Religiosos corruptos


Por Mario E. Fumero

Muchas iglesias y pastores han caído en descrédito ante un mundo que los observa, esperando que fueran modelos a imitar, sin embargo, algunos de ellos arrastrados por la avaricia han causado escándalos y han afectado a aquellos que son honestos y rectos. Debido a la corrupción que existe en algunos religiosos e iglesias independientes que han tomado la religión como mampara para hacer negocios, lucrándose del evangelio y evadiendo los impuestos, hoy todos nos vemos afectados porque al perder la credibilidad como líderes religiosos, el gobierno fiscaliza y presiona a las iglesias en sus proyectos sociales y ejerce un mayor control para evitar la evasión fiscal de negocios camuflados de religiosidad.

Existen iglesias evangélicas que funcionan más como empresas mercantiles que como un centro de ayuda a perdidos y necesitados. Muchas congregaciones se han lanzado al campo de los negocios, cobijados bajo la exoneración de impuestos que les concede el Estado para establecer librerías, escuelas, universidades, canales de televisión, radio, y otra serie de negocios más, escudándose en que son para fines religiosos, cuando en realidad son negocios rentables que benefician a sus líderes, los cuales no pagan impuesto, ni siquiera por el salario que ganan, y viven como empresarios, gozando de un alto estándar de vida.

Una de las áreas más explotadas por las iglesias, incluso la Católica, es la educación. Con los colegios privados bilingües muchas congregaciones hacen un buen negocio, y aunque dan una buena educación, el costo de la misma solo es accesible para la gente con dinero, y no beneficia a los pobres. Es por eso que el gobierno actualmente las considera “un negocio”, aunque funcione dentro de la proyección de una iglesia.

Lo triste es que muchos de estos supuestos religiosos que establecen negocios, realizan acciones turbias, catalogadas por la palabra de Dios y la ley “actos de corrupción”. Entre ellas podemos mencionar el hecho de alterar cifras y facturas, entrar contrabandos para ventas, recibir donaciones para los pobres y desviarla de destino y falsificar informes. He visto y vivido en carne propia, cómo se pedía una ofrenda para determinado proyecto de ayuda social y después, se le “metía la tijera a la ofrenda” y solo se mandaba una parte, pues la otra iba a parar al bolsillo del supuesto pastor.

Todos estos hechos nacidos de la ambición humana demuestran que una de las mayores deficiencias de los líderes religiosos en nuestro tiempo es la falta de integridad, porque la codicia, que es el décimo mandamiento de la ley de Dios, se ha adueñado de ellos, y han perdido el temor de Dios y el sentido de una palabra que encierra muchas cualidades, y la cual es carente en el mundo de hoy, como es “integridad”.

Cuando los líderes religiosos caen en descrédito, y son cegados por la codicia, el escarnio lo sufre la Iglesia (2 Pedro 2:2), y lo peor de todo es que por la codicia de un mal llamado ministro del evangelio, a todos nos meten en el mismo saco y el gobierno adopta medidas que no deberían de ser, pero por los abusos de muchos son necesarias.

El apóstol Pablo recomienda a los que ejercen un ministerio religioso que “… tenga buen testimonio de los de afuera, para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. 1 Timoteo 3:7. Si algo debemos cuidar es nuestro caminar por las sendas del Señor Jesús. Es cuidar nuestro testimonio, porque al actuar contrario a lo enseñado por el Maestro, causamos escándalo al reino de Dios y Jesús dijo que “cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en Mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y se le arrojase al mar”, Marco 9:42. Por lo tanto, hay que cuidar como un diamante nuestro testimonio, porque podemos hacer escarnio del evangelio si actuamos contrario a lo enseñado en la palabra de Dios.

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