EL LEMPIRA Y LA PARRANDA

EL LEMPIRA Y LA PARRANDA


Editorial La Tribuna

LA moneda se mantuvo estable unas semanas. Solo fue que la autoridad del Bantral se enterara que venían las “aves agoreras” y corrieron a pegarle otro empujón al lempira. No se esfuerzan siquiera por disimular. Aparentar que son ellos que, por cuenta propia, toman las decisiones. Todo para que sus jefes de afuera vieran que cumplen las instrucciones al pie de la letra. Para animarlos a extender la acostumbrada certificación de bien portados y alentar al resignado auditorio local sobre lo bien que anda la macroeconomía. Aunque el pobre pueblo pobre piense distinto sobre su aflictiva situación allá en los arrabales. Ya lo llevan en 22.93 lempiras por dólar. A ese paso, no tardan en pegarle otro envión para que alcance el pico de 23 lempiras por dólar antes que acabe el año.

La historia es la de siempre. Que la devaluación dizque ayuda a las exportaciones. Al café le va bien cuando se arruinan las cosechas de otros países productores –como las heladas en el Brasil– no porque deprecien la moneda. La demanda para los postres que exportamos es inelástica, o sea que los consumidores afuera no responden a una pequeña modificación de los precios. Incrementan el consumo por la recuperación de la economía norteamericana. La reactivación del mercado de los Estados Unidos es la razón fundamental por la que el país está exportando más. En cambio, con la devaluación se encarece todo lo que se importa. Las materias primas básicas para la industria nacional, insumos esenciales para la producción, las medicinas, muchos alimentos incluyendo granos de primera necesidad. La devaluación provoca que suba el precio de las gasolinas. Y solo por ese efecto de depreciación de la moneda, la deuda externa del país aumenta. O sea hay que pagar más lempiras para amortizar el pago de dólares, abono a capital y a intereses, porque a los acreedores se les paga en dólares no en lempiras. Sí, la devaluación favorece la maquila. Porque con los dólares que le entran compra más lempiras y la mano de obra le cuesta más barata. (Pero la maquila –que apoyamos, aparte que absorbe una gran cantidad de mano de obra– opera en un régimen de privilegios). Mientras que el resto de los comercios, de las empresas en todo el país, nada los ampara. Tienen que lidiar con infinidad de trabas y la pesada carga impositiva. Toda esa actividad económica, de la que depende la mayor parte de la población, se ve negativamente afectada por la devaluación.

¿Los que sudan la gota gorda para ganarse el pan de cada día, cómo creen que reciben la sistemática devaluación de la moneda que afecta sus escasos ingresos? Y cuando no es una cosa es la otra. No para el suplicio. Semanalmente sube el precio de la gasolina y la ENEE que se tragó todos los ahorros recibidos, por la debacle de los precios del crudo, aumenta las tarifas de electricidad. La explicación de los técnicos es que va a ser más cara durante las horas del día (de las 9:00 am a las 4:00 pm) y en horas de la tarde (de las 6 de la tarde a las 9 de la noche). El tiempo cuando la gente la consume. Pero alégrense, cuando no se ocupa, habrá energía más barata. En horas de la madrugada (de 12:00 am a 6:00 am) o sea, cuando el cliente está roncando panza arriba. Bueno, no podemos decir que todos duermen. Porque los que padecen insomnio, los trasnochadores y la parranda tienen vida nocturna.

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