¿Debemos preocuparnos?

¿Debemos preocuparnos?


Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

Con la creación de los tribunales anticorrupción, el Poder Judicial se ha adjudicado un logro importante, porque demuestra, no solo su voluntad de colaborar con la MACCIH, sino también su voluntad de combatir la corrupción.

El protocolo aprobado para seleccionar a los jueces que se encargarán de ejercer la potestad de juzgar y ejecutar lo juzgado en materia de corrupción, es una demostración incontrastable de esa voluntad. Solamente con jueces idóneos se garantiza que la lucha anticorrupción podrá tener éxito.

El problema que enfrentan los evaluadores en este concurso, es que no todos los abogados penalistas tienen preparación en esta materia y los que la tienen, seguramente, preferirán dedicarse a la defensa, por lo redituable que resultará esta actividad con la existencia de estos tribunales. Por lo que debe considerarse la capacitación de los seleccionados, previo al ejercicio de sus funciones, tarea que podría estar a cargo de los expertos internacionales que asistirán a la MACCIH en sus funciones de prevenir y combatir la corrupción.

No bastará, sin embargo, la creación de estos tribunales ni la selección irreprochable de los jueces y su capacitación, para asegurar el éxito en la lucha contra la corrupción. Porque si no se hace lo mismo con los fiscales, los peritos forenses y los investigadores, de nada servirán esos jueces sabios y con poderes extraordinarios en la lucha anticorrupción, si los requerimientos fiscales que lleguen a su conocimiento, son similares al presentado en el caso de los Tigres que supuestamente se quedaron con millones de dólares del botín encontrado a los Valle.

El trabajo en esta dirección, entonces, apenas comienza. Por tanto, debemos estar atentos a lo que viene. Y eso es lo que preocupa.

Con el Poder Judicial, la MACCIH renunció a una facultad que le reconoce el convenio constitutivo. Según este la elaboración de los protocolos para la selección de las autoridades del sistema de justicia que trabajarán en los casos que seleccione, es una facultad exclusiva de la MACCIH, que, sin fundamento alguno, decidió compartir con el Poder Judicial. Pero no solo eso, también compartió la facultad de seleccionar los jueces, ya que será una comisión (no la MACCIH) la responsable de la selección, cuyos resultados desde ya son cuestionados, porque cuestionado (hay una denuncia formal) está quien coordinará esa comisión, circunstancia que, inexplicablemente, aún no cuestiona la MACCIH.

Si la MACCIH renunció a ambas facultades con el Poder Judicial, es de suponer que también renunciará a las mismas con el MP y la Secretaría de Seguridad, porque no podrá negarse. No habrá justificación para ello. Es más, también tendrá que aceptar, de repetirse lo del Poder Judicial, que la coordinación esté a cargo de uno de los funcionarios cuestionados dentro del MP y de Seguridad. En Derecho, los precedentes son vinculantes. Para separarse de los mismos, debe justificarse objetivamente la decisión.

¿A qué más renunciará la MACCIH en el futuro? Su autoridad ha venido a menos con estas concesiones, ciertamente. En nuestro país, que, por décadas, ha imperado el reino de la impunidad, es fácil suponer que los que se sienten amenazados con su presencia, harán cuanto esté a su alcance para aprovecharse de esa circunstancia, que, quizá, los señores de la MACCIH lo ven como un acto de diplomacia, siendo que vienen de ese ambiente, pero que en el nuestro, los tiburones de la corrupción, lo interpretan, sin duda, como debilidad.

Señores de la MACCIH: ¿Debe preocuparnos su predisposición a la renuncia?

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