Depuradores, en el ojo del tigre

Depuradores, en el ojo del tigre


Editorial El Heraldo

Las amenazas contra los miembros y asesores de la Comisión Especial de Depuración de la Policía Nacional son resultado de los intereses que desde su creación en abril pasado se han venido tocando a todo nivel, dentro y fuera de la institución.

La situación se ha tornado tan peligrosa que familiares de los depuradores han tenido que abandonar Honduras. Y no es para menos porque, como se diría en el argot popular, no son gatos los que hay detrás de estos intentos de intimidación, sino tigres que dan los últimos zarpazos para frenar un proceso que ya es irreversible.

Es de destacar la valentía con la que los depuradores han respondido a estas amenazas que para cualquier ciudadano serían desestabilizadoras. Sacar a la parentela del país es una medida razonable y prudente que, aunque desintegra temporalmente el núcleo familiar, da tranquilidad para continuar con tan delicado trabajo.

Las autoridades están en la obligación de brindar todas las medidas de seguridad a los depuradores de la Policía Nacional, así como a sus familiares, porque cualquier falla en ese sentido sería una vergüenza para la institucionalidad y el Estado. Y ya de suficiente vergüenza está cubierta nuestra Honduras por culpa de quienes llevaron tan bajo a la institución policial.

La sociedad entera aplaude los resultados que hasta ahora se han logrado, con la depuración de 106 oficiales y la cancelación de tres exdirectores de la Policía Nacional. Pero el sendero se avizora cada vez más espinoso y habrá que caminar de puntillas para alcanzar la meta de sacar a tanta lacra que se aferra en mantener su reino del mal, sorda al clamor de todo un país harto de tanta corrupción.

La moral alta, la determinación y el compromiso con Honduras que han demostrado los depuradores debe servirnos a todos de inspiración para impulsar desde cualquier trinchera una transformación en nuestro país, donde los corruptos y criminales sean expuestos y castigados como tales. Y el ejemplo más contundente debe provenir de aquellos funcionarios de gobierno y políticos que aún no han tomado partido incondicional por Honduras.

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