Educación y derechos humanos

Educación y derechos humanos


PABLO CARÍAS

Es sorprendente como en el caso de la Universidad Nacional Autónoma (UNAH), a partir de un tema académico, han venido participando algunos organismos defensores de derechos humanos, quienes se han inmiscuido en la defensa de posturas de un grupo de estudiantes que se oponen a los cambios que la institución demanda.

Lo primero que cualquier organismo de defensa de los derechos humanos debería de considerar es la condición de víctima como sujeto al cual defender de las supuestas agresiones del victimario, en este sentido, cualquier persona medianamente informada de lo que ocurre en la UNAH, sabe que las decisiones que ha adoptado el Consejo Universitario y autoridades administrativas no transgreden derechos establecidos en la institución, toda la normativa se ha hecho conforme preceptos legalmente constituidos y buscando la superación académica de los futuros profesionales egresados del alma mater.

La defensa de los derechos humanos, en lo posible, debe estar ligada a los intereses de la sociedad en su conjunto, no se puede entender cómo se defiendan intereses de grupos en contraposición a los intereses de toda una colectividad o en contra de la sociedad misma. Las reformas que se impulsan buscan un impacto positivo en la formación profesional de los egresados universitarios en la máxima casa de estudios, profesionales a los cuales se les dota de los conocimientos, habilidades y destrezas suficientes para poderse desempeñar en el mundo del trabajo con eficiencia.

La Declaración Mundial sobre Educación Superior de la UNESCO en los albores del presente siglo, remarcó la idea de una educación superior con pertinencia al señalar que “De conformidad con el párrafo 1 Del Artículo 26 de la Declaración de los Derechos Humanos, el acceso a los estudios superiores debería estar basado en los méritos, la capacidad, los esfuerzos, la perseverancia y la determinación de los aspirantes y, en la perspectiva de la educación a lo largo de toda la vida, podrá tener lugar a cualquier edad, tomando debidamente en cuenta las competencias adquiridas anteriormente…” (DIALOGO, publicación trimestral para América Latina y el Caribe OPI/ LAC/UNESCO No 25, Noviembre, 1998).

El acceso a la educación superior es el único nivel de la educación que está sujeto a las capacidades. Entonces, ¿cómo entender que haya un grupo de estudiantes que se opongan a la mejora, obstaculizando el desarrollo de la misma educación con tomas de instalaciones físicas, interrumpiendo el normal funcionamiento de su centro educativo?, ¿cómo entender que algunos organismos de derechos humanos salgan en su defensa, dejando desprotegidos a miles de estudiantes que desean superarse y que reclaman el derecho a la educación con calidad?

Da la impresión de que algunas organizaciones de derechos humanos se inclinan no por el lado de la justicia, sino por el lado de quien tiene la capacidad de protestar, aunque la protesta se haga sin propuesta.

En una sociedad donde la razón de la fuerza se impone a la fuerza de la razón, le espera muy poco.

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