La licuadora de Montoya
La licuadora de Montoya
Por Boris Zelaya Rubí
“El candidato puede en realidad haber nacido en una choza, puede haber sudado la gota gorda en los campos agrícolas o como jornalero en alguna ciudad, pero eso no garantiza que una vez en la cumbre vea para abajo y recuerde de los que bregan como él lo hizo y trate de aliviarles su condición”.
Los últimos hacendados que llegaron a la Presidencia de la Republica, jactándose de haber trabajado la tierra con sus propias manos y saber lo que es ganar la comida con el sudor de sus frentes ¡mintieron!, solamente aprendieron a dar órdenes a sus capataces, peones y tratarlos como esclavos por salarios miserables. Los pobres ya no creen esas mentiras, lo que desean son las muestras palpables de la ayuda inmediata para tener una vida digna.
En una reciente comparecencia de conspicuos liberales, unos jóvenes y otros que están “más de allá que de acá”, el excandidato liberal y expresidente del Congreso Nacional abogado don Carlos Montoya, campeón en oratoria y cuyas expresiones no tienen nada de “light” o mejor dicho nada de suaves o convenientes, se refirió a los aspirantes a la candidatura de la Presidencia de la República por el Partido Liberal, diciendo: ni mezclados todos en una licuadora se hace uno.
Aparte de las folclóricas intervenciones del líder Montoya, que ya no se cuece al primer hervor, no deja de tener razón en política los fines son impredecibles y las negociaciones refuerzan aquella frase lapidaria, que van contra todos los principios de lealtad y sinceridad “en política no hay amigos ni enemigos permanentes” y lo único que une, son los intereses permanentes.
Entre los aspirantes liberales la mayoría tienen muy buena trayectoria como la licenciada Gabriela Núñez, el abogado Antonio Ortez Turcios y el joven doctor Mario Noé Villafranca, con una hoja limpia y con deseos de servirle a su partido y otros aunque ya veteranos que podrán sumar nuevos prosélitos.
La misión más importante del Partido Liberal, es atraer a sus “ovejas perdidas” del resquebrajado partido Libre propiedad del “tal Mel”, como una forma de levantar los ánimos a nivel nacional, aunque su adversario histórico, el Partido Nacional, está graníticamente unido, sin pleitos internos y con su futuro bien planificado, resistiendo los embates de los fomentadores del caos, como estrategia para demeritar al gobierno y atraer incautos.
A propósito, se vio por los medios informativos al diputado Rafael Alegría en los predios de la Universidad ¿estará aconsejando a los jóvenes que aprovechen su tiempo y estudien para ser hombres exitosos como él? no creeríamos nunca que los incite a la rebelión ¡eso ya pasó de moda! y podría hacerse acreedor a alguna citación judicial. De todas maneras se ha vuelto omnipresente en cualquier bochinche o conflicto, sin taparse la cara, porque esa es su estrategia para ganar votos. ¿Estará compitiendo para el primer lugar como enemigo de la democracia? Algunos siguen creyendo que soliviantando a los campesinos, maestros y universitarios iniciarán una revolución ¡se quedaron en el pasado!
Los fundadores de “Libre” aceleradamente los están descartando, aún habiendo sido de sus mejores líderes, por las imposiciones dictatoriales del único, el iluminado, superlativo hombre que toma decisiones al estilo de los que desean eternizar en el poder bajo la excusa del Socialismo del Siglo XXI. Aseguran que uno de sus defensores, periodista de profesión, ya sin un medio televisivo, no le sirve y no le prestó sus huestes para apoyarlo en sus demandas ¡mal paga el diablo a quien bien le sirve!, poco respeto y colaboración podrán esperar de la ciudadanía, si entre ellos mismos no se lo guardan.
Si por alguna casualidad el pensamiento de los “montoyistas” es la alianza entre partidos con diferentes ideologías, lo que puede ocasionarles es una catastrófica derrota. El que es liberal es liberal, el que es traidor es traidor y punto. Vamos a las urnas y que gane el mejor, afortunadamente ya habrá control de los aportantes o contribuyentes a los partidos políticos y todos tendrán que rendir cuentas de lo que reciben. En la licuadora de “Montoya” no se pueden mezclar todos ¡puede resultar un mejunje venenoso!
De rodillas solo para orar a Dios.
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