Realidades de la política cambiaria

Realidades de la política cambiaria


ARTURO ALVARADO SÁNCHEZ

La fluctuación en el tipo de cambio de la moneda nacional con relación al dólar siempre es un tema de discusión, con posiciones encontradas dependiendo del interés particular de cada quien. Adicionalmente, es un tema que también es objeto de debate político.

El tipo de cambio lo que refleja es el precio de una moneda con relación a otra y, como todo precio, está influenciado por la oferta y la demanda, o sea que a mayor abundancia de moneda extranjera menor precio y viceversa. En nuestro caso, el mercado cambiario se concentra en el dólar de los Estados Unidos de América y, en menor medida, en el euro.

En algunos casos, la autoridad monetaria de un país puede establecer mecanismos que le permitan fijar el tipo de cambio, ejerciendo un control sobre el ingreso y la venta de las divisas extranjeras. Obviamente que el precio oficial no puede diferir mucho de las condiciones de oferta y demanda, porque de lo contrario se da lugar al surgimiento de un mercado negro.

La generación de divisas en Honduras proviene en un 64% de las exportaciones de bienes y servicios, un 25.4% de las remesas familiares y un 10% de las entradas de capital por inversión extranjera y financiamiento externo. En cuanto al uso, un 90% se destina a la importación de bienes y servicios y 10% para atender inversiones en el extranjero y pago de intereses. De acuerdo a la información de la balanza de pagos 2015 publicada por el Banco Central de Honduras, el déficit en la Balanza Comercial, Servicios y Renta ascendió a US$5,126 millones (25.4% del PIB) y el de la cuenta corriente de la balanza de pagos a US$1,291 millones (6.4% del PIB).

Estos déficits demuestran que Honduras tiene una alta exposición al mundo exterior con desequilibrios, que aunque se han reducido en los últimos años, siguen siendo altos. Para el caso, los organismos internacionales consideran como límites aceptables un déficit fiscal y de la cuenta corriente de la balanza de pagos—lo que se conoce como déficits gemelos-- como máximo de un 3% del PIB. El desequilibrio externo sería mucho mayor si no fuera por nuestros hermanos hondureños, que con sudor y sacrificios nos enviaron US$3,650 millones, que además reducen la presión social al beneficiar a miles de familias pobres.

Afortunadamente, las exportaciones, las entradas de capital y las remesas familiares han permitido la acumulación de reservas internacionales que proveen un adecuado respaldo a las obligaciones del Banco Central de Honduras por concepto de la emisión monetaria y de los depósitos del sistema financiero y del sector público.

Siendo que la mayoría de la divisa del país es generada por las exportaciones y considerando los déficits indicados, es necesario continuar impulsando el aparato productivo exportador, con lo cual se atraerán inversiones, se generarán empleos y se promoverá un mayor crecimiento económico. Esto en adición a impulsar otros factores como la productividad, la calidad de la mano de obra y de los productos y un entorno macro, político y social que garantice la estabilidad.

Mantener la moneda local sobrevaluada lo que hace es subsidiar las importaciones provocando mayor demanda y las salidas de capital y hace menos atractiva la producción de exportación, que dado el tamaño de nuestro mercado es la mejor alternativa para lograr el crecimiento económico. Si nuestro país tuviera acceso a una fuente ilimitada de divisas sería ideal tener un tipo de cambio fijo, pero esto no es así y en algún momento las remesas familiares y el financiamiento externo comenzarán a disminuir, por lo que en un futuro no muy lejano podremos sufrir las consecuencias.

*Mantener un devaluación sostenida, es subsidiar a los exportadores en detrimento de la mayoría del pueblo hondureño que a duras penas subsiste agobiado por los groseros impuestos para mantener una burocracia improductiva y corrupta.

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