FERIADOS Y LOS “TOROFUEGOS”
FERIADOS Y LOS “TOROFUEGOS”
Editorial La Tribuna
TAL fue la barajustada que pegaron los turistas que se fueron a visitar familiares a sus pueblos, a admirar las coloridas alfombras de aserrín, a engrosar las procesiones del Santo Entierro, a quemar pichingos y “torofuegos”, a gozar de la lluvia, del sol y de la arena en las paradisíacas playas hondureñas, a zambullirse en las piscinas o en los ríos de agua dulce, a broncearse para agarrar más color o a participar de las misas y demás actos religiosos, durante el prolongado feriado, que poco repararon en la pronunciada alza de los precios de los combustibles. No es casualidad que algo suceda en los días previos o durante la Semana Santa, cuando el amable público se encuentra con la boca abierta, distraído en la parranda o en cualquier otra forma de disfrutar sus largas vacaciones. Honduras después de varias semanas consecutivas de incrementos –solo en las últimas dos ocasiones la bendita CAP incrementó en 3.86 lempiras el precio del galón de la gasolina superior y regular– pasó a ocupar la primera posición en Centroamérica con los precios más altos de los combustibles.
La nueva estructura de costos pone a 74 lempiras el galón de gasolina superior. En ciudades como Tegucigalpa y sectores aledaños el precio del galón pasó de 72.25 lempiras a costar esta semana más de 76.12. Costa Rica era el que llevaba la delantera, sin embargo ahora vende su gasolina especial a 3.11 dólares, el equivalente de 70.87 lempiras. O sea más barato que el precio de venta en las bombas aquí en el país. Además, el gobierno costarricense anunció que a partir del 1 de abril reducirá en 24 por ciento el costo de la tarifa de energía para el sector industrial, como parte de los esfuerzos orientados a proporcionarle mayor competitividad al sector exportador. Para que aprecie el amable lector, allá a los ticos les preocupa la competitividad de sus empresas, no como sucede aquí donde la iniciativa privada soporta la carga impositiva más alta de la región. Por supuesto que aparte de impuestos exclusivos que no se cobran en ningún otro lugar, esto incluye altas tarifas por los malos servicios públicos, onerosas tasas municipales, entre otros condimentos. En lo que respecta a las gasolinas, los comparativos regionales muestran que los costos más bajos están en Guatemala y El Salvador con 2.47 y 2.48 dólares por galón de superior respectivamente. Entre las peculiaridades de esas dos economías –señalan los economistas– “está la estabilidad cambiaria y el reducido cobro de impuestos que aplican los gobiernos a la comercialización de hidrocarburos”.
Aquí, en cambio, la tajada que se lleva cada sector en la larga cadena de comercialización no permite menores precios, aparte que cada vez que despluman al indito Lempira cuesta más caro todo lo importado. ¿Qué recurso le queda al pobre pueblo pobre, ni siquiera de pataleo, cuando la autoridad monetaria, siguiendo al pie de la letra las instrucciones giradas por las aves agoreras, devalúa la moneda en forma consistente, como la pertinaz gota gélida que le caía en la cabeza a los condenados del Castillo de Omoa, para evitar que conciliaran el sueño? Esperar que se vuelvan a revolver los “indignados” o bien resignarse y encomendarse a la mano de Dios. Es que peor podrían ser las cosas si de repente llegaran los “torofuegos”.
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