Al despertar
Al despertar
Editorial La Prensa
Afirman que echaron mal las cuentas, y donde dijeron digo, ahora dicen Diego, por lo que la sorpresa, desagradable, por supuesto, ha sacudido a miles de hondureños, al sector privado y, muy especialmente, la credibilidad, pues después de las alabanzas internas y externas sobre las condiciones favorables en el ámbito macroeconómico se esperaba algún beneficio al contribuyente hondureño, particularmente a quienes integran el fuerte grupo de aportantes al fisco que no pueden fallar, debido a que antes de recibir y disponer de los recursos obtenidos por su trabajo pasa al Estado bajo la fórmula de retención en la fuente.
Ha causado malestar, ya que el veto formulado a la reforma del impuesto sobre la renta impide disponer de una mayor cantidad de recursos a miles de familias para hacer frente al costo de la vida, que se va desgranando en los productos de la canasta básica, en las necesidades fundamentales del hogar y en las exigencias individuales que ayudasen a rozar, por lo menos, los límites de la calidad de vida y proporcionar expectativas reales de abandonar la supervivencia. Además de esto, debiera ser de obligatorio reconocimiento el beneficio a la fuente de ingreso más fiel, sino por convicción, sí por obligación, puesto que la población laboral asalariada aporta de su salario lo que establece la ley. No hay en el asalariado evasión fiscal, ya que la deducción le hace soñar con un salario nominal para despertar con el real.
Lo que pudo y debió ser compensación para disminuir la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos familiares e individuales no se logró por una decisión que llegó fuera de ley, sin que ello haya causado rechazo en la población, pues se cumple aquello de que la ley es para quien no puede eludirla, no para quien tiene que cumplirla.
La miopía de los gobiernos y los planes de estrategas de partido nos siguen hundiendo en la pobreza al evaluar los tributos en razón del gasto, y en este, en oportunidades de votos, de manera que se siga cumpliendo el dicho, pan para hoy, hambre de mañana. Mayor disponibilidad de consumo apunta directamente al aumento en el impuesto sobre ventas, en los tributos de las personas naturales, empresas favorecidas directamente con el mejoramiento de la economía que se reflejaría en el impuesto sobre las ganancias y en el aumento del empleo. Sería mejor para todos, también para los burócratas de elevados sueldos y viáticos a la carta.
En todo esto falta, en teoría, la última palabra, la del Congreso, aunque por lo escuchado todo está listo para que pase sin que pase nada, por lo menos, de momento. Veremos más adelante en otro clima y circunstancias que favorezcan el valor agregado propio de cada cuatro años.
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