La prensa como arma de destrucción social

La prensa como arma de destrucción social

Por Boris Zelaya Rubí

“Se debe mentir continuamente, pues parte de esta mentira quedará en las mentes de las masas y se logrará el objetivo de crear una distorsión del punto de vista analítico”.

Nos han comentado varias personas, que por prescripción médica, les han recomendado evitar escuchar algunos programas “informativos”, debido a que sus sistemas nerviosos se ven afectados, pues hay “comunicadores sociales” que predican incansablemente el odio, dañando la honorabilidad de cualquier funcionario público o empresario del sector privado y culpándolos de todos los males habidos y por haber, que según los “lenguaraces” dañan a toda la población.

Los conductores de esos medios se autocalifican como los salvadores de la humanidad, además de ser los transformadores de Honduras. Según ellos son los mejores hombres que el Creador del universo envió a la tierra, y que en sus medios noticiosos tienen licencia hasta para matar con sus muy afiladas lenguas. Los afectados a veces no proceden para no verse envueltos en mayores escándalos. No se sabe quién financia a los asesinos de la imagen de muchos hondureños, ¿serán organizaciones internacionales de izquierda o estarán ligados a grupos del bajo mundo? Cuando algún indignado se cansa de sus falsos señalamientos y acude a la justicia, empiezan a tomar actitud de mártires, porque le tiemblan a las condenas carcelarias.

Hemos opinado constantemente que uno de los métodos más eficaces para eliminar la corrupción es la permanente denuncia del pueblo, pero con pruebas, porque si no, se vuelve un arma letal contra los ciudadanos y sus familiares, olvidando que una persona honrada afectada de esa forma, puede reaccionar en forma violenta con finales impredecibles, que nadie desea.

No se trata de esconder la verdad sobre aquellos (as), que han aparecido de la noche a la mañana con un estilo de vida que solo los millonarios se pueden dar. Existen algunos comunicadores, víctimas de políticos inescrupulosos, que se aprovechan de la pobreza o ambición de los “orientadores”, que hacen de su medio la forma de obtener mayores ingresos, sin medir las consecuencias de desprestigiar a personas decentes o preparar chantajes para el mismo fin ¡dinero rápido y fácil!

Hay funcionarios fiscalizadores que hacen uso de su poder para divulgar información sobre actos supuestamente deshonestos, de personajes que han ocupado cargos en la administración pública, por lo general del partido contrario al que lo eligió, sin esperar que los juzgados competentes los declaren culpables, pero logran hacer escándalos con fines políticos y quedan frustrados, buscando reconocimiento de sus correligionarios sin ningún logro, Dios se ha encargado de ponerles su recompensa en los cuernos de la luna.

Algunas de las tertulias periodísticas, tienen como principal objetivo destruir cualquier acción gubernamental que se pueda calificar como buena, solo enarbolan la bandera de la destrucción social, arremetiendo con sus frases de barricada: ¡Somos el país más triste de Latinoamérica! Critican a favor de sociedades marginadas y hundidas en una realidad injusta, culpando con palabras soeces al gobierno. Esas acciones de parte de algunos comunicadores solo traen frustración, desesperanza y deseos de abandonar el país en los estratos más pobres, mientras ellos solo piensan en que lleguen sus mecenas para llenar sus bolsillos con dinero ganado de la forma más abominable.
De rodillas solo para orar a Dios.

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