Qué diferente fuera si fuéramos diferentes
Qué diferente fuera si fuéramos diferentes
GASPAR VALLECILLO MOLINA
Continuamos siendo indiferentes, indolentes e inconscientes al aferrarnos al ayer con sus resabios que han perjudicado nuestra convivencia dándole a la juventud un pésimo ejemplo por nuestra incapacidad para formar hombres de bien y forjar líderes que con actitud probada tengan una visión diferente para cumplir su misión renovada con esta nación, país y patria, que estamos perdiendo.
Diferente fuera si en lugar de mentir tuviéramos la verdad como única arma para vencer la adversidad. Reconocer nuestras debilidades nos hace fuertes, saber que no podemos nos obliga a buscar al que puede y lucha.
Aceptar que hemos sido gobernados sin dignidad, probidad, honorabilidad y credibilidad por nuestra cobardía de callar y aguantar.
Si el sectarismo nos hubiera enseñado que nada hemos logrado con ese odio ancestral e irracional que nos divide.
Si en verdad fuéramos éticos en todas las circunstancias sin que nos doblegue el temor ni nos empalague el poder.
Si no olvidáramos lo breve de nuestro paso terrenal y no le exigiéramos a la vida lo que no le podemos dar.
Si reconociéramos que los desaciertos perjudican más al pueblo que sufre ignorancia colectiva insuperada.
Si sumáramos nuestras fuerzas juntando colaboración y respeto para caminar unidos en busca del rumbo correcto que seguimos sin encontrar.
Si no desperdiciamos la única oportunidad para hacer bien las cosas y servir a los demás.
Si en lugar de oponernos a todo lo que pueda ayudarnos prestáramos nuestro concurso para mejorar las propuestas y lograr resultados realmente permanentes.
Si entendiéramos que hay mil razones de nuestro atraso nacional por resolver, para no ser lo que somos y parecernos un poco a los que no son como somos.
Si las bitácoras de los pésimos gobernantes que hemos sufrido sirvieran para no repetir sus yerros y si estos han sido delitos, que la ley los sancione.
Si los gobernantes y sus consejeros entendieran que las estadísticas son tan vulnerables como el despropósito de insistir en logros no logrados.
Diferente fuera si los que tienen el poder lo usaran para beneficiar al pueblo que los llevó a él con la esperanza, que se esfuma con sus malas actuaciones, de ver por fin un líder diferente de los politiqueros que mienten sin remordimiento. Que peca más el que parece que sabe que el que sabiendo que no sabe, peca.
Si cambiamos la pasividad por exigencia para que cumplan en verdad su promesa de ser diferentes, no indiferentes.
Sería distinto si uniéramos nuestras voces para que hable el pueblo que enmudece y nos escucharan con la conciencia de ser la autoridad que nunca nos ha gobernado. El silencio nos costará caro.
Entender que la corrupción no se combate con corrupción. Por ella no tenemos desarrollo ni competencia.
Todo sería diferente si nos gobernaran los capaces con empeño de trabajar con los mejores, sin clientelismo ni nepotismo ancestral.
Si tuviéramos justicia y se terminara la impunidad.
Si entendiéramos que mientras nuestra tristeza llora, la vida se nos acorta dejando a nuestra patria sin una lágrima que nos recuerde.
Me duele el dolor de mi Honduras, me lastima su lástima ignorada y me insulta la insulsa respuesta gobiernista. Cómo cambia el hombre cuando el valor no tiene valor. Qué diferente fuera si fuéramos diferentes.
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