Mandatarios y mandaderos

Mandatarios y mandaderos


Por Dagoberto Espinoza Murra

Siendo niño escuchaba a los mayores hablar del primer mandatario de la nación, forma “culta” -decía el secretario municipal- para referirse al presidente de la República. A esa edad pensábamos que el tal mandatario estaba investido de poderes extraordinarios para hacer lo que le viniera en gana. Años después aprendí a diferenciar lo que es el mandante (el pueblo) y el o los mandatarios (servidores de aquel). También me han quedado claras las diferencias entre mandatarios y mandaderos.

Como hemos dicho en otras ocasiones, hasta hace medio siglo los hondureños nacían en hogares liberales o nacionalistas y era frecuente que los hijos siguieran las preferencias políticas de sus padres, acompañándolos en actividades propias de su partido. A mí me tocó -por suerte- nacer en un hogar donde padre y madre nos hablaban de la doctrina liberal y los nombres de Céleo Arias, Policarpo Bonilla y Ángel Zúñiga Huete me resultaban familiares. Ya siendo un adolescente conocí a Rafael Medina Raudales, Ramón Villeda Morales, Enrique Ortez Pinel, Óscar A. Flores, los hermanos Francisco y Juan Milla Bermúdez, así como a muchos otros ciudadanos que se forjaron en la lucha contra las dictaduras primero y los golpes de estado, después.

Tengo amigos que nacieron en hogares nacionalistas: son personas honradas y trabajadoras que merecen aprecio y respeto. Sin embargo, en algunas discusiones la visión del mundo y la manera de resolver los problemas del país es muy diferente: Los liberales, desde las luchas de Morazán hasta los tristes acontecimientos de 2009, siempre se han opuesto a las dictaduras y los golpes de estado; han mantenido la convicción de que el poder militar debe estar supeditado al poder civil; el continuismo ha sido reprobado y, aún manteniendo respeto por las creencias religiosas, han manejado las cosas del Estado dentro del marco del laicismo. Los conservadores -por el contrario- han brindado su apoyo a dictadores tanto del patio como de otras naciones. Recuérdese la larga dictadura del general Carías y las estrechas relaciones con los dictadores Martínez, de El Salvador; Somoza, de Nicaragua; Ubico, de Guatemala y Trujillo (el chacal del Caribe) de la República Dominicana.

En un encuentro casual con una buena amiga, abogada, le externaba mi preocupación por los giros peligrosos que está imprimiendo la dirigencia política gobernante. A todas luces -le dije- los vientos que soplan anuncian la reelección del actual Presidente. En 2009, agregué, cuando se hablaba de una consulta popular (Cuarta Urna) para conocer la voluntad del pueblo respecto de la convocatoria de una Asamblea Constituyente, quienes ahora aúpan la reelección salieron a las calles gritando que se estaba cometiendo un atentado contra la Constitución de la República. Algunos, que se hacen llamar constitucionalistas, decían que eso era casi un pecado… Un golpe de estado, con la complacencia de quienes actualmente gobiernan el país, dio por tierra con aquel posible ensayo democrático.

-Dígame, le pregunté a la abogada, ¿cómo explicar la conducta de quienes se hacen llamar mandatarios del pueblo?

Ella, tomando uno de sus textos, me leyó lo siguiente: “Mandatario es el individuo que ha sido elegido para ejercer funciones muy importantes en el ámbito de la administración pública”. Popularmente, agregó, se tiene la idea de que mandatario es el que manda; pero más bien es todo lo contrario: es quien obedece el mandato del pueblo. No olvidar, prosiguió, que la soberanía reside en el pueblo y por esta razón el jefe del Ejecutivo y el presidente de la Corte Suprema de Justicia, brindan su informe anual ante la representación del pueblo: El Congreso Nacional.

Recientemente un grupo de diputados -honorables mandatarios del pueblo, como los llama uno de sus colegas- a paso acompasado se dirigieron a la Sala Constitucional para solicitar se dejara sin efecto el artículo de la Constitución que prohíbe la reelección presidencial y esta Sala, en un acto de obediencia convenida desde su nombramiento, no objetó la ilegal solicitud. “Según la Constitución, concluyó la abogada, ese acto -tanto de diputados como de los magistrados- está tipificado como de traición a la patria y los autores -en un país de leyes- estarían inhabilitados para seguir en sus funciones”.

Impotente ante los desmanes que se cometen contra la Constitución por parte de los supuestos mandatarios del pueblo, hubiera querido conocer la opinión de viejos luchadores por la democracia de nuestro país, entre ellos mi padre; estoy seguro que él me hubiera dicho: “No son mandatarios, sino simplemente mandaderos. Y mandadero, agregaría, es el individuo que ejecuta una comisión, a veces oscura, por encargo ajeno”.

Comentarios

Entradas populares