Señales de alerta en materia macroeconómica
Por Héctor Paz Lázarus
Consultor y catedrático universitario
Las políticas macroeconómicas a menudo son controversiales, ya que ellas pegan directamente en el bolsillo de los individuos y las familias. Primero, la economía hondureña crece moderadamente y no puede absorber formalmente la mayor parte del aumento que se da en la fuerza laboral, confirmado por un estudio del Banco Mundial que indica que en los últimos diez años apenas el 20% del empleo generado en Honduras fue en el sector formal. A julio de 2016, el crecimiento económico fue de 3.7%, conforme a datos del Banco Central de Honduras (BCH), siendo los sectores más dinámicos, el energético por la mayor generación de energía renovable; las telecomunicaciones por el auge de la tecnología celular móvil y acceso a internet; y el sector financiero por el alto margen de intermediación financiera. Estos sectores son vitales para apoyar a los negocios, pero no son intensivos en mano de obra, además de que representan una parte moderada del Producto Interno Bruto (PIB). Lo positivo es que parte de la agricultura se ha dinamizado, en tanto la construcción da señales de una lenta recuperación. Estos dos últimos sectores sí son intensivos en mano de obra.
A las personas lo que nos interesa es lo que queda en nuestra billetera. Por ello, el indicador clave es el Producto Interno Bruto per cápita. Para determinarlo, hay que restar a la tasa de crecimiento económico la tasa de crecimiento poblacional (1.7%). Consecuentemente, el ingreso promedio creció apenas 2.0%. En el caso hipotético de que una persona ganaba L.10.000 en enero de 2016, ahora en julio ganaba 10.200, un aumento de solamente L. 200. Estamos ante una economía de moderado dinamismo. No hay poder adquisitivo alto para potenciar las ventas, el empleo formal y el crecimiento económico. Me llamó la atención cuando vi los datos del BCH, debido a que el sector de la avicultura es dinámico, con un crecimiento de 7.0%, siendo el subsector que lidera la recuperación de la actividad agrícola. Y esto hace sentido en una economía de bajo poder adquisitivo, como la hondureña. Han surgido cienes de polleras en Tegucigalpa, que venden un pollo asado por alrededor de L. 140. Con un pollo de estos, como me dijo un amigo taxista, le doy de comer a mi familia dos tiempos de comida.
En segundo lugar, la tendencia de la tasa de inflación amerita analizarse. Tradicionalmente Honduras había mantenido tasas de inflación de 5% a 6% anual. Y de repente esta ha venido cayendo rápidamente hasta ubicarse en 2.5% en agosto de 2016. La pregunta es si este es un logro de la política monetaria o hay algo más de fondo aquí. Podría ser que la economía de Honduras esté en un proceso de deflación que puede ser muy peligroso, ya que la demanda por bienes y servicios es baja porque no aumenta la riqueza del hondureño promedio, por lo cual las empresas ven reducidas sus ganancias, al tener que bajar los precios para poder vender. A su vez, tienen que reducir costos, lo que significa que tienen que recortar su planilla.
Más personas sin trabajo significa que la demanda seguirá disminuyendo ya que estos dejarán de comprar. Creo que los efectos de las políticas contraccionistas de la demanda recetadas por el FMI se están revelando ahora, por lo que el gobierno reconoce que lo que se debe estimular es la producción de bienes y servicios y la ampliación del sector privado para estimular la economía, crear empleo y riqueza, como se refleja en el lanzamiento del Programa 20/20.
En tercer lugar, otros indicadores que reflejan que la actividad económica nacional no está en su mejor momento es que las exportaciones cayeron 8% a junio de 2016, debido a menor producción y precios internacionales de importantes productos, mientras que las importaciones disminuyeron 12%, conforme al BCH. Todos los rubros generales de importaciones que compran los sectores productivos tuvieron una variación negativa, lo que refleja que la mayoría de estos sectores están estancados o deprimidos, especialmente la MIPYME, que conforma el tejido empresarial más grande de la economía. Las importaciones de bienes de consumo si crecieron (7%). Creo que las remesas no están estimulando la actividad económica nacional, si bien están contribuyendo a mantener la estabilidad del tipo de cambio. Efectivamente, el consumo privado creció 4.5% a marzo de 2016, según datos del BCH, estimulado por las remesas. Pero este flujo de fondos se está dirigiendo a la compra de bienes de consumo importados. El BCH dice que la caída en las importaciones que compran los sectores productivos se atribuye a que en 2015 se dieron inversiones en energía solar y biomasa, mismas que ya no se dieron durante 2016. Pero no hubo otros sectores productivos dinámicos para compensar la caída de aquellas inversiones que fueron muy estratégicas para el país.
Finalmente, la Inversión Extranjera Directa (IED) acumulada al cierre del primer semestre de 2016 fue de US$653 millones, incrementándose US$106 millones respecto a similar período del 2015, según datos del BCH. El 66% de la IED corresponde a utilidades reinvertidas sobre todo en sectores de servicios, como las telecomunicaciones. Se esperaría que con el Programa 20/20 se pueda estimular la IED en sectores productivos, que son los que podrían generar empleo formal masivamente. Muchos empresarios internacionales han mostrado interés en Honduras, pero esto es como las promesas de pago, que hasta no tener el efectivo en mi bolsillo no tengo nada.
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