Cómo construir un país

Cómo construir un país

Por: Carlos A. Medina R.
Si echamos un vistazo a la historia de nuestra patria en este 195 Aniversario desde nuestra independencia, podemos con toda objetividad decir que algunos de sus hombres que gobernaron el país hicieron acciones positivas, y muchos otros por intereses personales actuaron en forma negativa, dañando el terruño que los vio nacer. Presidentes como el general José Trinidad Cabañas en el siglo XIX, Paz Barahona en la década de los 20 del siglo pasado y Juan Manuel Gálvez en los años 50, fueron mandatarios que en uno u otro sentido dejaron una huella perdurable en el devenir de la nación.

Los países no los hacen las tierras que lo conforman, ni su confín geográfico; los países los hacen los hombres que los habitan, y precisamente ese ha sido el meollo de nuestro atraso y de nuestro injusto desequilibrio entre los diferentes estratos sociales. No se sentaron las bases para una verdadera democracia, ni se adoptó la filosofía política que hacía que otras naciones prosperaran y la nuestra se quedara retrasada. En esencia, todos los hondureños somos culpables de tener a nuestra patria en el lugar donde está.

En las etapas del desarrollo económico, pasamos del colonialismo a un mercantilismo en donde algunos se hicieron ricos, y la mayoría quedó pobre. En estos momentos, no hemos llegado ni siquiera a la etapa del capitalismo, puesto que no se cumplen los tres pilares fundamentales del mismo: respeto a la Constitución y sus leyes, respeto al libre mercado y la libertad completa del hombre. Seguimos pues, creyendo que crecemos con el mercantilismo actual, ignorando que seguimos creando un abismo entre los ricos y los pobres.

No obstante, ese historial lleno de falencias, es necesario que solo estudiemos el pasado para aceptar los errores, y por supuesto corregirlos, y conformar una nueva nación que tenga una meta clara, que todos los hondureños pertenezcamos a una clase media, aunque tengamos que dividirla en media alta, media media y media baja. Esto implica que acabaremos con el analfabetismo de un cuarto de la población hondureña y más aún, con el analfabetismo profesional que ha sido parte o causa de las falencias de nuestros dirigentes.

Los que pueden leer este artículo, que posiblemente no pasan de 800 lectores, aunque la circulación del diario sea mucho mayor, son las personas que puedan estar interesadas en ver hacia adelante y creer que si hacemos un esfuerzo unidos, podemos construir una patria mejor. Para llegar a ese objetivo tenemos que desprendernos de nuestros egoísmos, de nuestros intereses personales y pensar colectivamente que si beneficiamos a todos los hondureños, nos beneficiamos individualmente.

Honduras geográficamente no es un país pobre; los hondureños somos los pobres, y más aún aquellos que todo lo ven negativo y que solo lo que ellos dicen y hacen, es lo correcto. Hemos llegado a una situación en la cual nadie cree en nadie, y el que se supera de alguna manera, trabajando honradamente, lo queremos hundir, porque aquí el refrán “o todos dormimos en la cama o todos dormimos en el suelo” es un dicho que existe en nuestra alma y en nuestros cerebros torcidos.

Una nación se construye con trabajo, pero con un trabajo inteligente, y pensemos que individualmente, aunque seamos muy hábiles para prosperar, es el trabajo de todos el que hará el milagro de sacarnos de la miseria, y si encontramos una persona inteligente, con liderazgo, que sabe para donde va y cuáles son sus metas, no importa su nivel de acción: empresa privada, campesinado o política, tenemos que apoyar a esa persona o grupo de personas que alumbran el camino y marcan los derroteros por donde debemos transitar en nuestro camino hacia el triunfo.

Estos pensamientos, producto de la experiencia de muchos años de trabajo honrado, y que los escribo con todo el amor que le tengo a mi patria, espero despierten en los lectores una fuerza interna que los impulse a querer más a su país, a trabajar por él, para que algún día nuestros hijos y nietos nos recuerden que el 195 Aniversario de nuestra patria fue el parteaguas entre un pasado nebuloso y un presente y futuro lleno de esperanza, de trabajo emprendedor, y de más amor entre todos los hondureños.

¡Qué Dios bendiga nuestra nación!

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