Cultura jurídica

Cultura jurídica

Por: Benjamín Santos
Cultura viene de cultivar y es un concepto tan general que se agrega al nombre de cualquier actividad que requiera un esfuerzo creativo: agricultura, piscicultura, etc. Como oposición al concepto de naturaleza, que para nosotros los creyentes fue creada por Dios, cultura es todo lo que el hombre crea. En el lenguaje corriente la palabra cultura se reduce aún más: a veces se le llama culto al que usa en el trato diario las reglas de cortesía, aunque sean solo una manifestación externa y no tengan nada que ver con valores éticos y morales. A veces le llaman culto al que conoce de música clásica y ha leído mucho, de manera que quien no tiene ese recorrido es inculto, aunque de nuevo sea solo una cultura libresca. Cuando hablamos de cultura jurídica nos referimos a los hábitos colectivos de cumplimiento de la ley y no al conocimiento teórico de los textos legales, aunque se puedan recitar de memoria.

En Honduras existe lo que un analista llamó hace poco fetichismo jurídico. ¿Qué es un fetiche? Pues es un objeto, figura o imagen a los cuales se les atribuyen capacidades sobrenaturales si se les rinde culto. El fetichismo jurídico es lo contrario de la cultura jurídica. El primero consiste en crear la ley, ponerla en vigencia y esperar que con solo invocarla produzca los efectos que se esperan de su aplicación. El proceso es sencillo: se detecta algún problema que ocurre en la realidad, se crea una nueva ley o se reforma la que existe y ya… el problema está resuelto por el milagro de la ley. De esa manera nos hemos llenado de leyes de tal manera que no hay abogado que las conozca ni burro que las cargue de un solo viaje. Para saber cuántas leyes tenemos hubo que solicitar la cooperación internacional de Dinamarca hace varios años y la cooperación técnica de una profesional danesa para que en el entonces llamada Secretaría de Gobernación y Justicia hiciera tan delicado trabajo asistida por un equipo de hondureños. El resulta fue que tenemos cerca de cinco mil leyes, es decir cinco mil fetiches de los cuales esperamos el milagro de nuestra seguridad y desarrollo.

¿Cuándo un pueblo o una nación tiene cultura jurídica? Cuando todos y cada uno de los habitantes ajustan su conducta a los mandatos de la ley sea que mande, prohíba o permita. Por supuesto que las leyes permiten más de lo que ordenan y ordenan más de lo que prohíben para dejar un espacio suficiente al ejercicio de la libertad responsable. Entre nosotros casi todo está prohibido, pero casi todo lo prohibido se puede… todo depende de quien se trate. Por eso la diosa de la justicia, Temis, que según los griegos tenía los ojos vendados, en Honduras se le ha caído la venda de un ojo para ver de quién se trata en cada caso. En Honduras se traduce eso en la afirmación que se castiga rápido y severamente a quien se ha robado una gallina o un pan como en los Miserables de Víctor Hugo, pero no avanza el proceso contra los implicados en el desfalco del Seguro Social u otros casos parecidos.

¿Por qué unos pueblos tienen cultura jurídica y otros, no? Pues en uno u otro caso se trata de un aspecto jurídico-cultural y no natural en el sentido de que desde el nacimiento se venga destinado a una cosa o a la otra. ¿Por qué los países centroeuropeos y sus excolonias tienen más cultura jurídica que los pueblos latinoamericanos? La respuesta tiene que ver con la historia. La conquista de los países latinoamericanos se hizo por el esfuerzo personal de los descubridores y conquistadores con un mínimo de apoyo de sus países de origen que se concretaban a dar los permisos necesarios para organizar el viaje. El resultado era que los conquistadores y colonizadores no se sentían obligados a obedecer las órdenes superiores que chocaran con sus intereses personales. Cuando los conquistadores españoles recibieron las leyes de indias de 1542 que se orientaban a proteger a los indios contra los abusos cometidos en los repartos y encomiendas, se ponían la ley sobre la cabeza y decían: se acata, pero no se cumple, en otras palabras las aceptamos, pero no las cumplimos. A eso deben agregarse todas las consecuencias de una sociedad de privilegiados y excluidos, de venta de los cargos públicos al mejor postor, etc. Después de 195 años de independencia seguimos siendo una sociedad de privilegiados y excluidos con todo lo que eso significa para los niveles de salud, educación, seguridad, acceso al trabajo etc. Resultado: desconfianza en la ley, escepticismo, incultura jurídica. ¿Qué hacer?

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