La dinámica política

Por: Carlos A. Medina R.
En mis tiempos de formación profesional en el Canadá existieron solamente dos partidos políticos: el Partido Conservador y el Partido Liberal, que han formado gobierno desde el nacimiento de esa nación. Surgió en la última década el Partido Democrático Nacional (NDP), que capturó la ilusión de la juventud, pero no ha tenido la fuerza suficiente para gobernar esa justa, progresiva y democrática nación. Los dos partidos tradicionales han atraído a los mejores hombres; actualmente gobierna el Partido Liberal y el primer ministro es el joven Justin Trudeau, hijo de otro gran líder político y exprimer ministro de esa gran nación.

En Estados Unidos de Norte América el Partido Republicano y el Partido Demócrata se han alternado en el poder del país más poderoso de la tierra. Durante el proceso eleccionario y desde las primarias previas se escogen a los mejores líderes de cada partido, y los debates son muy enriquecedores para la nación. Al final se escoge al mejor candidato y toda la nación apoya al presidente electo. En ambas naciones, el primer ministro de Canadá y el presidente de Estados Unidos pueden reelegirse por un término más, si el pueblo así lo desea.

Estas dos democracias americanas son un ejemplo para el resto de Latinoamérica, no solo por su estabilidad política, sino también por el progreso de sus pueblos, por el respeto a los tres poderes del Estado y la independencia de estos, que son en realidad una garantía para el buen manejo de la cosa pública, aunque ambos tienen diferentes tipos de gobierno: el parlamentario en Canadá y el presidencialista en Estados Unidos. El resultado lo vemos en el progreso de esas naciones, la paz y la seguridad en que viven sus ciudadanos y el ejemplo que son para todas las naciones del globo terráqueo.

En nuestro país, desde la última década del siglo XIX y la primera del siglo XX, quedaron organizados los partidos Liberal y Nacional. El segundo, como un desprendimiento de la institución liberal, que fue la primera en conformarse legalmente. En casi todo el siglo XX, por las buenas o por las malas, los dos partidos se alternaron en el poder, y la única diferencia entre ambos fue el color de su gonfalón, pero ideológicamente el Partido Liberal, podríamos decir, es un partido de centro izquierda, y el Partido Nacional de centro derecha. La existencia del bipartidismo, con todos los errores que cometieron los partidos, mantuvieron a la nación por un siglo entero.

La intromisión del poder militar en la gobernanza del país, carburada en una ocasión por los líderes nacionalistas y en otra por los líderes liberales, fue una ventana negativa en la vida de la nación, producida por la debilidad democrática de los partidos y por la ambición de algunos de sus líderes de estas mismas instituciones. Parece ser que en la actualidad las Fuerzas Armadas hondureñas han aprendido su verdadero rol y status en la vida de la nación, y será muy difícil que vuelvan a cometer el error de gobernar nuestro país.

El nacimiento y la presencia de otros partidos en este siglo XXI, en realidad no ha resuelto nada, sino que más bien ha complicado la administración de una nación pequeña como la nuestra. El pluralismo político que es parte fundamental de las democracias, no puede más que aceptar a estas noveles instituciones, pero un análisis profundo sin el fanatismo ni las emociones no muy bien canalizadas, podrían servirnos para demostrar que la nación hondureña no está preparada para esa multiplicidad de partidos, que no aportan nada nuevo y que siguen manejando sus instituciones con las mismas directrices negativas de los partidos tradicionales, y han copiado de estos, el trasfondo de las ambiciones personales y el caudillismo de antaño.

En suma, en un análisis objetivo, nada se ha ganado en materia política, más bien se han complicado las cosas, haciendo más difícil el gobierno de nuestra pequeña nación. Dentro del Partido Liberal caben todos los hombres y mujeres con tendencia de izquierda, y aún dentro del Partido Nacional existe gran cantidad de seguidores, que no son en realidad de centro derecha, sino que obedecen a un centralismo ideológico, que es más práctico y más productivo.

Los pueblos con múltiples partidos en América Latina no han ganado nada en cuanto al mejoramiento de la democracia, y más bien lo que se ha visto son las mismas ambiciones políticas de poder, con diversas máscaras o antifaces. Podríamos decir entonces, que en los dos partidos tradicionales hondureños existe el campo para las ideologías de izquierda y derecha, siempre que no sean extremas, y más bien con su presencia, estas enriquecerían a dichos partidos. Hasta el momento la presencia del partido Libertad y Refundación (LIBRE), el Partido Anticorrupción (PAC), y los partidos minoritarios no han contribuido mucho al mejoramiento de nuestra democracia y accionar como nación.

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