Urge controlar la circulación vial y conducción irresponsable




Urge controlar la circulación vial y conducción irresponsable

Por José Rolando Sarmiento

El ordenamiento vial, los congestionamientos en horas pico del tránsito motorizado, las colisiones entre vehículos, los graves y constantes accidentes de automotores, los atropellamientos diarios, muy especialmente de motociclistas, las agresiones verbales con peligro de convertirse en duelos armados entre conductores, los alegatos de los motoristas del transporte urbano de autobuses de la capital, de ser atropellados por los agentes policiales que les decomisan caprichosamente sus licencias, que después de varias veces se las suspenden por varios meses, los consiguientes paros de labores de los autobuses medianos denominados ejecutivos, porque aunque cuentan con aire acondicionado, que la mayoría de ellos no encienden, porque andan las puertas permanentemente abiertas, igual que los vidrios de las ventanas, que los pasajeros abren porque no saben que cuentan con climatización para combatir el calor, o aducen que se sofocan si los llevan cerrados.

El pesado e irrespetuoso trato de algunos choferes y sus cobradores con los pasajeros, especialmente con los adultos mayores, que les caen mal porque tienen que darles el descuento, lo cual disminuye lo que le esconden al patrón de la recaudación diaria, los autobuses grandes amarillos, muchos de los cuales circulan con sus asientos desvencijados y los resortes de fuera, rompiendo la ropa de los pasajeros, arrojando nubes tóxicas de sus escapes porque sus bombas de inyección y sus motores están en mal estado, por los largos años de servicio, las paradas fuera de las bahías, que efectúan en cualquier sitio de las ciudades, que impiden el paso de los demás vehículos, el aceleramiento intempestivo para arrancar sin aviso, porque avizoran que viene otro autobús de la competencia para no dejarlo pasar, peleando la recogida de más personas, lo que pone en riesgo al pasajero que conducen en su interior.

La colusión con agentes de tránsito conocidos, logrando con ellos la famosa esquela que portan, no porque han sido multados, sino porque no cuentan con la licencia para manejar, y en cada vuelta por la ventanilla del chofer le pasan el moje al agente corrupto amigo, con el que por la noche juegan billar y se toman sus cervezas en el barrio donde conviven, extrañándonos ahora que surge la versión de agentes que los hostigan groseramente, cuando los conductores de vehículos privados que tienen una colisión con un transporte urbano, con un taxi, se quejan de que pierden el pleito aunque tengan la razón, porque los agentes de autoridad favorecen a los choferes del servicio público, en una tradicional especie de asociación cómplice, a menos que ahora por los temores de la depuración policial, comiencen a aplicar las regulaciones obligatorias del tránsito urbano, que diariamente son violadas por buseros y taxistas, no todos por supuesto, porque los hay respetuosos y cumplidores de la Ley de Tránsito.

Por supuesto que igual dosis de responsabilidad tienen los conductores privados, los dueños de esos carros de paila cargados hasta el tope de frutas, de verduras, de productos con los que abastecen las pulperías, los mercaditos, las glorietas, los puestos de ventas en la vera de calles y avenidas, que aparentan no entender las reglas de circulación vial, el uso de las señales visibles de parada, de alto, de no doblar, que no sacan la mano, que no ponen las vías, que sus luces de parada, las intermitentes, no les funcionan, porque las andan quebradas, debido a que cada vez que parquean o retroceden, las golpean y las quiebran, porque son pésimos conductores, que no fueron sometidos a pruebas de conducción para obtener la licencia de manejo de vehículos automotores, lo que obliga a los demás motoristas circulantes, a adivinar adónde pararán el vehículo, cuándo doblarán, para no colisionar con ellos, porque mucha gente que alegando que son pobres y que andan trabajando en tales vehículos, adquieren una licencia de conducir, sin saber leer ni escribir, y por tanto no interpretan las señales viales, los instrumentos de velocidad, guardar su distancia de los demás automóviles circulando, el no uso de las palancas de vías, los indicativos de temperatura del motor en marcha, porque no revisan los niveles de agua en el radiador, la aguja indicativa de vacío del tanque de combustible, por lo que muchos se quedan varados en plena vía pública, paralizando el paso de los demás vehículos circulantes, todo esto es consecuencia del caos en las calles, de las colisiones, de los accidentes, del irrespeto a los semáforos en rojo, de la ola de atropellamientos diarios.

Un solo autobús de los más grandes, aparcado irresponsablemente en las calles para subir pasajeros, tomándose largos minutos que por su estrechez característica en la ciudad de Tegucigalpa, lleva a paralizar y congestionar el tránsito urbano por varias cuadras, en un claro abuso contra los demás conductores capitalinos, y el ordenamiento vial que reclamamos.

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