Rescate de empresas
Rescate de empresas
Por Juan Ramón Martínez
Lo económico no despierta interés. Lo hace la política. Es hasta que la población ha crecido, multiplicándose las ciudades de más de cien mil habitantes, que la inseguridad supera la capacidad del gobierno y que la pobreza nos golpea la cara, en términos de desempleo, es que ha llamado la atención. Y hemos caído en la cuenta que el gobierno es demasiado grande, costoso y obstaculizador de la iniciativa de los particulares, que son los que crean y sostienen los puestos de trabajo existentes. Y financian al gobierno. Por ello, tiene lógica, una contradicción entre los intereses del gobierno –que no tiene por qué dominar la vida nacional, porque ello supone aceptar que ha dejado de ser gerente del bien común para transformarse en el dueño de nuestras vidas, destruyendo la democracia– y la acción de los ciudadanos que tienen el derecho a la libertad, al éxito y a la felicidad, sin más límite que el respeto de la ley y los derechos de los demás.
El Presidente JOH, tiene el mérito de haber descubierto la contradicción entre el éxito tributario de su régimen y la fortaleza de las fuentes de la riqueza nacional. Por ello, ha pedido denunciar, para frenar los abusos del sistema tributario que, en los últimos tiempos, ha tomado un papel que ha puesto en peligro todo lo que se ha logrado hasta ahora. Pero no basta. Hay que ir más allá, como lo indiqué en un artículo anterior. Hay que ir en auxilio de las pequeñas y medianas empresas que por una política equivocada, de tratar a todos con las mismas reglas, al margen de su tamaño, su fuerza y sector al que pertenezcan, atraviesan dificultades. Hay que diseñar un programa urgente desde los organismos que representan a los empresarios, que estimule la solidaridad de los más fuertes con los más débiles y que tienen dificultades, tanto para favorecer fraternidad entre quienes no viven de empleos gubernativos, como para evitar la explotación que las grandes cadenas hacen, en algunos casos, con los productores agropecuarios, que los más débiles le dan crédito a los más ricos.
Pero además, creo que hay que establecer un acuerdo entre el gobierno y el liderazgo privado, para crear fondos de rescate para empresas en dificultades. Para ayudarles en términos de resolver sus dificultades financieras, su endeudamiento inmanejable, en la misma forma como el Fondo Monetario Internacional ayuda a los gobiernos a evitar que entren en procesos de quiebra que, aunque raros, en la práctica son frecuentes. Puerto Rico recibió apoyo financiero de Obama, para reflotar su economía. Y en la crisis del 2008, Estados Unidos, inyectó dinero al sistema privado, para evitar la quiebra de empresas que habría sido fatal para una economía fuerte como la de aquel país, pero afectada especialmente por la burbuja financiera y los créditos basura. BANADESA y FONAPROVI, pueden hacer algo. En la recuperación, todos ganamos.
Hace un tiempo, conocí un empresario que buscaba empresas en dificultades para comprarlas, y con un equipo de expertos, reflotarlas, volviéndoles eficientes, y productivas. Creo que hay que rescatar esta experiencia para que lo que se hace con una mano –maquila, turismo, energía, seguros y banca– no se traduzca en daños en otras áreas de la economía. No podemos seguir metiendo la cabeza bajo la arena; ni creyendo que solo con pequeños proyectos vamos a salir adelante. Es necesario ser creativos para construir un modelo de emergencia, que nos permita salvar a las empresas, del tamaño que sean. Públicas o privadas. No hay que engañarnos como hace el secretario de Trabajo al reducir el desempleo a un 7% de la PEA; o creer que todo lo resolveremos si el sistema tributario no continúa como hasta ahora, frenando al sector informal –reserva de la mano de obra que el modelo mercantilista usa para mantener bajos los salarios–, que aprovecha el sistema político, al contar con los pobres desempleados para ganar elecciones. No hay que permitir ir hacia atrás. Debemos ir hacia adelante.
Necesitamos defender la nación, cuidando sus riquezas. Lo importante es la población. Su felicidad, la determina el goce del empleo y el permitirle a los miles de desempleados, una oportunidad de integrarse en el mercado laboral.
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