GASOLINA, DEVALUACIÓN, DEUDA
GASOLINA, DEVALUACIÓN, DEUDA
Eidtorial La Tribuna
NO hay nada que haya oxigenado más las economías de estos países acabados que la debacle del precio del crudo en los mercados internacionales. Los ahorros en el pago de la factura petrolera han habilitado necesarios recursos que el país ha podido utilizar en otros menesteres. Calculen cuánto ha sido esa economía para las finanzas nacionales, partiendo de la cúspide que alcanzó cuando el barril se cotizaba al precio exorbitante de $118 para después desmoronarse a precios entre los $28 y $32 que se mantuvieron durante algún tiempo. Eso, como la recuperación de la economía norteamericana, el incremento de las remesas familiares, han sido tres de los factores externos que han influido en forma directa a mejorar las cifras macroeconómicas del país.
Sin embargo el beneficio de un bajo costo de las gasolinas está por acabar. El precio del crudo va en ascenso. En las últimas horas alcanza su punto más alto de $43.49 el barril, ante los temores que la OPEP pueda adoptar una estrategia para evitar la caída del crudo. Entre las medidas que podría tomar el cartel es cerrar los grifos para limitar la oferta de petróleo. Mientras esto sucede, aquí en las esferas oficiales ya hablan de revisar la fórmula y liberalizar el precio de las gasolinas. El incremento de precios en las importaciones de crudo va a afectar negativamente el proyectado crecimiento económico del país. El consumidor, que al final paga los platos rotos –sean los propios o los ajenos– que se abroche los cinturones. Si los burócratas del Banco Central llevan apurada la devaluación, por instrucciones de sus jefes del FMI, ni pensar lo que podría suceder cuando el país tenga que destinar más recursos al pago más caro de la factura petrolera. El lempira ya lo han devaluado a 23.0541 por dólar. Con cada centavo que se deprecia día a día la moneda se encarecen todas las importaciones. Mucha de la ropa que la gente compra en las tiendas, artículos de uso doméstico y personal en los mercados y supermercados, son importados. Las materias primas básicas para la producción, las medicinas, comestibles, se compran en el exterior. Un 60% de lo que se consume nacionalmente viene de afuera. Y la devaluación hace más caro todo eso que el país consume traído del exterior. Por ello uno de los problemas que más aqueja a la población es el alto costo de la vida.
La devaluación incrementa también el monto de deuda que el país contrae, ya que se paga en dólares y la depreciación obliga a que se entreguen más lempiras para comprar los mismos dólares. Hasta hoy el monto de la deuda pública asciende a 7,366.7 millones de dólares en el primer semestre de 2016, con un alza del 3.5%, o sea un incremento de 249.1 millones de dólares, respecto al mismo período de 2015. De ese total, la deuda externa a junio pasado llegó a 5,972.5 millones de dólares, cifra 6% mayor con respecto al mismo período del año pasado, cuando sumó 5,634.3 millones.
¿Quiénes van a tener que pagar esa tremenda jarana? ¿Y cuando se tenga que pagar, cuánto más tendrá que desembolsar el país debido a la depreciación de la moneda? Semejante obligación la que los padres de hoy dejan a sus hijos.
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