La defectuosa y siempre inmadura democracia

La defectuosa y siempre inmadura democracia


Por: Julio Raudales
Faltan menos de 100 días para las elecciones en los Estados Unidos de América. Como en todas sus versiones anteriores, el proceso despierta el interés mundial, fundamentalmente por las implicancias que tiene para el futuro el rumbo que tomen las cosas en el país más influyente en casi todos los aspectos de la vida planetaria.

Y no es para menos: mire usted que el PIB de EUA representa el 25% de la producción mundial. Solo para aclarar más el asunto, el segundo bloque económico global, la Unión Europea con sus 27 países representa el 17%, China el 14%, Japón el 12% y pare usted de contar: los más de 190 estados del resto del mundo, proveen apenas la tercera parte de la economía global.

¿A que se debe la enorme influencia que los norteamericanos, hijos de una nación muy joven si se le compara con europeos y asiaticos, tienen sobre el planeta? Existen muchos matices a la respuesta de esta interrogante.

Hay quienes culpan a las ínfulas imperialistas que la gran nación tuvo prácticamente desde su fundación. Pero es curioso, Francia, Reino Unido, Holanda, Rusia y hasta Japón, mantienen aún en pleno siglo XXI, porciones territoriales denominadas “Colonias”. EUA por el contrario, no ejerce más soberanía que sobre el territorio que las Naciones Unidas le describen como propio.

Otros atribuyen dicha hegemonía al inmenso poderío militar que el país despliega por todos los confines de la tierra. Al respecto diré dos cosas:

Primero, EUA no es el único país que mantiene tropas en los 5 continentes, lo mismo hacen Rusia, China e incluso algunas naciones no tan desarrolladas como Irán y la India han apostado por el desarrollo de un esquema militar globalizante.

Segundo: parece que cada vez es mayor el número de estados que solicita a este país más protección, debido a las amenazas cada vez mayores que el terrorismo internacional desarrolla a gran escala.

Otra versión, quizas más entendible, es precisamente el tamaño de su economía. Estados Unidos es el país que más bienes y servicios compra (importa) al resto de países del mundo; también es quien más le vende (exporta). La inversión de sus empresas en el extranjero supera largamente las de cualquier otra nación. Su suelo recibe la mayor cantidad de inmigrantes, sean profesionales o no, pero también es quien más trabajadores envía a cualquier país.

¡En fin! Nadie en este mundo puede intentar emprender un nuevo negocio, una política de desarrollo, la cura de una enfermedad o el desarrollo de cualquier tecnología, sin contar con el juicio tácito o expreso de sus instituciones.

Lo dicho anteriormente es una verdad de hecho nos guste o no.

Hace ya más de 2 siglos, el gran pensador frances Alexis de Toqueville escribió un tratado en el cual describió con agudeza lo que el futuro deparaba a la gran nación.

Su libro denominado “La Democracia en América” hace una reflexión exhaustiva del diseño, en aquel tiempo novedoso, de las instituciones del naciente país. Con exquisita elegancia y admiración, Toqueville describe la forma aplicada en que los norteamericanos pusieron en práctica los designios teóricos que los iluministas franceses habían soñado en la construcción de una democracia estable. El pensador liberal fue más allá y dijo que la auténtica revoución liberal y contemporanea la realizaron los américanos y no los franceses.

Sin embargo, hay quien cuestiona en la actualidad la vigencia o el éxito del modelo americano. Las razones son el peso de la crisis económica del 2008 y sobre todo, el controversial proceso electoral de este año.

Pero, ¿qué depara para EUA y el mundo la decisión de las urnas en 2016?

Muchos son los analistas que manifiestan preocupación por la calidad de las candidaturas, especialmente una: la de Donald Trump. No dejan de tener razón: El magnate parece cada vez más inclinado a decir dislates y con ello espantar aún más sus aspiraciones: Pese al temor que aún provoca, las encuestas post convenciones han ido mostrando una brecha de hasta 14 puntos porcentuales, frente a su contendora Clinton.

Sin embargo, más allá de los pronóstocos, vale la pena reflexionar si ha sido un error de la llamada “democracia modelo” el permitir que semejante personaje se perfile de manera tan seria para llegar a regir a una nación tan influyente.

La respuesta a mi juicio, es que pese a sus enormes defectos, la democracia sigue siendo la mejor alternativa para construir un mejor convivir. Al final la posteridad mostrará cómo las instituciones fuertes de un país construido sobre bases sólidas impedirán un descalabro social en aquel país y quedará claro que una construcción humana siempre defectuosa es mejor que cualquier paraíso artificial que hayamos querido construir.

Economista y sociólogo, vicerrector de la UNAH y exministro de Planificación y Cooperación Externa.

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