El laberinto de la MACCIH

El laberinto de la MACCIH

Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario

Lanzados a la realidad de Honduras, juristas connotados de tierras lejanas aceptaron el reto de acompañar a la sociedad hondureña en su titánica gesta de vencer al monstruo de la impunidad. Sus primeras manifestaciones espantaron a los que debían tener miedo de su presencia porque anunciaba la destrucción del sistema a cuyo amparo sus más locos sueños se hacían realidad.

Pasaron desde aquellos aparentemente lejanos días, apenas, según su vocero 4 meses, entre reuniones con autoridades y procesos de actualización de las estipulaciones del convenio que da vida a la misma. Entre sus logros, destacan sus autoridades, se encuentra la selección de los jueces anticorrupción, los tribunales anticorrupción, la contratación de personal nacional y extranjero, con los créditos suficientes para atender las difíciles tareas que le conciernen y los avances en la preparación de la legislación del financiamiento electoral.

No obstante, la sociedad hondureña cansada de alimentar esperanzas y pasar por tantas frustraciones le reprocha a la MACCIH que aún no hay resultados concretos en la lucha contra la impunidad. A lo que los voceros de la misma responden reiterando sus logros.

Al ritmo que va el mecanismo anticorrupción de la OEA, no hay duda que le llevará mucho tiempo formalizar debidamente las primeras acciones contra los corruptos. Ya participó en la selección de los jueces anticorrupción, pero aún no trasciende si los criterios para la selección de los casos y de la selección de los investigadores, peritos forenses y fiscales, están debidamente elaborados. Si aún no lo están, falta mucho para seleccionar a estos operadores que trabajarán con la MACCIH en esos juzgados anticorrupción. Y más distante está la labor de certificar las diligencias que realicen los seleccionados.

Mientras esto está pendiente, el público observa con preocupación su cercanía con dispositivos del poder cuya labor es capturar las iniciativas potencialmente peligrosas para este con el objeto de tornarlas inocuas o amigables. Es obvio que descansa, por ejemplo, en organizaciones de la sociedad civil, es decir no gubernamentales, que son más gubernamentales que de la sociedad civil. Con quienes participa incluso en los procesos que según su convenio constitutivo no debe compartir con nadie porque son responsabilidad suya únicamente. Ya son tan visibles en estos procesos de la MACCIH que la sociedad tiende a identificarlos.

Lo que sucede en Guatemala dispara las alarmas entre los corruptos nacionales. Harán pues lo que tengan que hacer para evitarlo. Por eso intranquiliza que sus últimas manifestaciones públicas denoten complacencia con el gobierno. La discreción que su función demanda no le ha impedido manifestarse públicamente felicitando vivamente a funcionarios e instituciones por su labor. Funcionarios e instituciones cuyo déficit en el ejercicio de sus funciones ha contribuido directamente en el fortalecimiento del sistema de impunidad contra el cual ese mecanismo de la OEA debe luchar. ¿Será que ya comenzó a dar frutos la labor de zapa de esas ONG´s?

Ya entró la MACCIH en el laberinto cuya sinuosidad y oscuridad amenaza con extraviarla. De no proveerse del hilo que le permita encontrar la salida estará irremediablemente perdida y expuesta a ser devorada por el monstruo que habita en lo más profundo del laberinto.

Si la MACCIH fracasa será una frustración más, que se sumará a los malogrados amagos nacionales para destruir la impunidad. Solo que en este caso el estigma también cubrirá de ignominia a la OEA.

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