Dejemos que el pueblo se exprese, ¡enfrentémonos en las urnas!
“…Les hablo a ustedes, apátridas, no viven aquí, simplemente habitan esta tierra que los vio nacer, les hablo a ustedes ciudadanos ignominiosos que no son capaces de devolver ni siquiera un voto, que como obligación deben ejercer porque si no les gusta ningún candidato muestren su inconformismo, acudan, voten en blanco, demuestren su ignorancia escribiendo un insulto, porque de lo contrario, con qué derecho creen que pueden quejarse del país al que ustedes le dan la espalda al abstenerse de votar? Esto es para los perezosos que no acuden a las urnas si no les ofrecen un incentivo monetario”.
Escuchamos al abogado Oswaldo Ramos Soto, en un debate entre aquellos enfermos con el síndrome de Hubris (enfermedad de los que creen saberlo todo), que desde ahora manejan una tembladera por la inminente derrota. En la comparecencia el hombre más docto en materia constitucional del país, dio las explicaciones necesarias sobre la reelección y los datos históricos de cuando ha sido interpretada la Constitución para el provecho de los rivales históricos, señalando los casos. Con el tema suficientemente discutido, queda claro que el soberano debe decidir en las urnas su preferencia partidaria, o simplemente votar por el candidato que los puede satisfacer en el próximo período de gobierno.
Sería loable que muchos de los adversarios trataran de hacer labor patriótica, enseñándole al pueblo sobre la importancia de ejercer el sufragio, sacrificando tiempo y dinero porque no pueden alegar pobreza, la mayoría han sido triunfadores, especialmente después de sus “paseítos” por la administración pública, pero quieren “hacha, calabaza y miel” sin ningún sacrificio. Si tanto es su encono hacia el gobernante y manifiestan que en “sus encuestas” el pueblo no quiere que el mandatario continúe en el poder ¿por qué no lo vencen en las urnas? ¿De qué se preocupan? Si como dicen, nadie desea que continúe, ¿por qué en vez de insultar al Presidente como lo están haciendo hombres prominentes que creíamos muy respetables, se dedican a aportar sus conocimientos para construir un mejor país? Escuchamos al abogado Mauricio Villeda, preguntar a gritos en una manifestación: ¡¿Cuál es la ruta?! Esperando la respuesta soez del grupúsculo. ¿Es que ya sacó a relucir el cobre? En los tiempos de su padre, por expresiones meno
s ofensivas que esas, encarcelaban hasta los periodistas de la oposición, calificando el delito como ¡incitación a la rebelión! ¿Estará unido con los que llaman a la insurrección popular con los fusiles AK-47, o los otros ñangaritas que vociferan que no habrán elecciones? ¿O aquel otro que habló de quemar la Corte Suprema? Si están jugando a convertirse en mártires ¡que se inmolen al estilo bonzo!
Lo más seguro que el pataleo de los opositores no es más que una pantomima para justificar la derrota, sus seguidores han de pensar que “no es muy importante votar cuando uno sabe que su partido no tiene ninguna probabilidad de ganar”. El mandatario actual ha comprendido y está haciendo esfuerzos por “tratar de solucionar la pobreza en vez de administrarla” porque tarde o temprano la anarquía social (deseada por los revolucionarios de cafetín), terminaría por pulverizar la maltrecha paz y seguridad de que gozamos, descartando por completo la tan ansiada unidad nacional. Los partidos eternamente emergentes después de la futura y aplastante derrota se retirarán de la contienda pública por el repudio de sus pocos seguidores.
¡La suerte está echada! La oposición seguirá haciendo lo único que no representa algún gasto económico ¡despotricar! Buscar insistentemente errores en la administración para pegar el grito al cielo y decirle a sus correligionarios que se lancen a las calles para frenar las elecciones, o sea que otros pongan el pecho por ellos ¡qué equivocados están! El pueblo no hará ningún sacrificio por los que desean regresar al poder para asegurar su bienestar económico personal. No hay duda ¡están listos y servidos!
De rodillas solo para orar a Dios.
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