Vencer atavismos: ¿Es malo importar y consumir?

Vencer atavismos: ¿Es malo importar y consumir?


Por: Julio Raudales
Economista y sociólogo, vicerrector de la UNAH y exministro de Planificación y Cooperación Externa.
Divina Alvarenga, mi querida amiga y colega profesora en la UNAH me escribió criticando la postura que adopté en mi última columna, donde dije que lo “malo” es producir y exportar, pues esas actividades implican solo costos, mientras que lo “bueno” es consumir e importar, pues de ello se derivan los beneficios. Nótese que coloco los adjetivos entrecomillados. Vale la pena reflexionar a propósito de las discusiones que actualmente existen sobre la importancia de generar políticas que incrementen el bienestar.
De acuerdo a lo anterior, un lugar ideal es aquel donde se puede consumir lo que queramos (bienes nacionales e importados) al menor costo posible, mientras el infierno será una horrorosa estancia donde solo trabajaremos para producir y exportar lo que otros disfrutarán con nuestro esfuerzo.
En este mundo sin embargo las cosas no son así, debemos trabajar e incurrir en costos para satisfacer nuestras necesidades; además, debemos tratar de exportar nuestros productos a buen precio, de modo que tengamos divisas con qué importar aquellos bienes que no podemos producir aquí.
El asunto es que Adán y Eva se portaron mal y como consecuencia fueron sacados del paraíso, condenándoles a “ganarse el pan con el sudor de su frente”. Lastimosamente, no hemos podido evitar ese castigo y para poder consumir (importar), debemos producir (exportar), y para progresar y crecer debemos ahorrar (invertir), sacrificando consumo hoy para poder consumir más mañana.
Además de Divina, tal vez muchos otros lectores criticaron la afirmación de que importar es “bueno”. Quizás piensen que ello es fomentar el consumismo y que eso es lo que está quebrando a la industria nacional, además de tener a los hondureños con un nivel de endeudamiento externo (balanza comercial negativa), que podría provocar un colapso económico en el corto plazo. ¡Sigo pensando que están equivocados!
Por consumo no puede ni debe entenderse solo el consumo presente, sino también el que tendremos en el futuro si somos previsores y ahorramos e invertimos bien en activos físicos y financieros. De modo que mi llamado no es necesariamente a consumir hoy, sino a entender que producir no es un objetivo per se, sino un mecanismo que nos permite consumir más y por tanto la sociedad debe preocuparse de que el costo de su producción sea inferior al valor asignado por ella para proveerse bienes con sus escasos recursos.
Poner énfasis solo en la producción puede llevar a desestimar el análisis costo-beneficio que debe acompañar esta decisión, como aconteció cuando, por ejemplo, muchas personas se ufanaban que en Honduras se fabricaban unos automóviles horrendos y deficientes llamados “Compadre”, o que pensemos que habría que sembrar trigo para tener pan netamente hondureño, descuidando los costos asociados a las políticas que fomentan dichas industrias.
Pero, ¿por qué nuestra ciudadanía no experimenta mejores niveles de bienestar cuando se le consulta sobre este tema? ¿Qué es lo que hace que en Honduras no tengamos tasas de crecimiento importantes en la producción y que a la vez no mejore el bienestar de las personas?  Pues déjenme decirles que está demostrado que limitar las posibilidades de consumir obstaculiza los alicientes para trabajar y producir, así como también limitar las importaciones nos hace exportar menos.
En efecto, ¿qué pasaría con el volumen de nuestras exportaciones si las importaciones se limitaran al mínimo? pues el precio del dólar sería en estas circunstancias muy bajo -¿quién desearía comprar dólares si no se pudiera importar más de un centésimo de los que hoy compramos al resto del mundo?- es esa una de las razones para que los extranjeros solo quieran de nuestro país bienes como bananos y café, mientras muchos de ellos desprecian nuestras lindas playas y hermosos paisajes. También por ello es que prefieren invertir en países vecinos como El Salvador o Guatemala, pese a que estos países tienen problemas semejantes a los nuestros.
Si queremos exportar más, debemos pues estar dispuestos a importar más, y aceptar que el valor de nuestra moneda frente a otras refleje lo que vale nuestra producción frente a la de los extranjeros. Habrá un tipo de cambio al cual nuestro libre deseo por bienes importados igualará el libre deseo de los extranjeros por los productos hondureños. De esta forma nuestra relación con el resto del mundo tenderá a ser equilibrada (no como ahora). Pero forzar la igualación de importaciones y exportaciones por métodos artificiales conduce a empobrecernos y a destruir inútilmente nuestros recursos. Una solución eficiente y enriquecedora es buscar aquel tipo de cambio que natural y libremente lleve al equilibrio entre oferta y demanda de dólares. ¡Lo demás es morfina que no resuelve el problema de fondo!

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