La mala praxis parlamentaria

La mala praxis parlamentaria



Por: Octavio Pineda Espinoza (*)
Hace unos días contemplé estupefacto, la sesión del Congreso Nacional en la cual se le hicieron reformas a la Ley del Rap con la fi nalidad de otorgarle a la Junta Directiva de dicho órgano, facultades para invertir más de 5 mil millones de lempiras en diversas opciones supuestamente bajo el principio de rentabilidad, darle la posibilidad al trabajador o aportante de decidir si desea mantener su dinero en esa institución o si la traslada a una AFP o simplemente lo retira para gastarlo y otros cambios polémicos.
Digo estupefacto porque al sintonizar el canal donde se transmitía la sesión del Legislativo vi cómo por un lado, un grupo de diputados alzaban la voz, gritaban, hacían bulla y levantando sus manos pretendían detener la sesión, mientras una de las secretarias de la Junta Directiva del Congreso leía los artículos a cambiar, posteriormente se cerró la sesión sin discusión sobre el tema de particular importancia, cinco minutos después se ratifi có el acta y el zafarrancho fue mayor.
Sin discutir los méritos y las preocupaciones que dicha reforma conllevaba, vi con tristeza el pobre manejo de la Directiva del Congreso de la sesión, la innecesaria aplicación de la mayoría mecánica que, en este asunto, era una minoría pues las bancadas de oposición, cuando llegó el momento para decidir el procedimiento de discusión, el cual por cierto fue mínimo porque se le dispensaron dos debates al asunto, votaron en contra porque consideraban que dichas reformas requerían la discusión de las mismas en tres sesiones diferentes tal y como lo señala la Constitución de la República, a lo anterior hay que sumar el hecho que, la directiva decidió apagar el monitor donde queda refl ejado el resultado de la votación apenas se dieron cuenta que no contaban con la mayoría.
Este tipo de actitudes antidemocráticas, poco elegantes, desconocedoras de todos los medios y prácticas parlamentarias nos denotan la escasa capacidad del diputado(a) en el manejo de los procedimientos parlamentarios y de las altas funciones que debe cumplir el Parlamento en la nueva teoría democrática; la democracia se vincula íntimamente a la transparencia de los actos y decisiones públicas y el pluralismo político pone a permanente prueba la consistencia del parlamento en su trabajo de hacer las leyes pero también como encargado de controlar al Poder Ejecutivo bajo el principio de publicidad, que afi anza la relación entre parlamento (representantes) y ciudadanos (representados). Recordemos que los diputados son electos sin mayores requisitos y que la gran mayoría no han tenido la posibilidad de estudiar a fondo el Parlamento o Congreso y sus prácticas internas antes de salir electo y una vez que esto sucede reciben apenas un curso muy básico en un fin de semana en alguna de las playas hondureñas.
La necesidad de tener mejores representantes de los distintos departamentos de Honduras así como de tener un mejor parlamento en su conjunto, ha llevado a la Facultad de Derecho de la UNAH a plantearse la pregunta de si ¿se hace necesaria la formación de un técnico universitario en Derecho y prácticas parlamentarias como carrera corta de 2 años?, cuestión en la que estamos auscultando a diputados y exdiputados, directivos y exdirectivos de dicho cuerpo.
Todo ello porque ante la innegable realidad que de 128 diputados, solo son un pequeño grupo de unos 15 a 20 diputados los que manejan los procedimientos parlamentarios así como monopolizan las discusiones en el pleno del Congreso y en las comisiones internas del cuerpo legislativo, mientras, la gran mayoría asiste a las sesiones sin conocer la agenda del día, sin haberse preparado con anterioridad para discutir y argumentar su pensamiento sobre los diversos temas que se deciden en el mismo y son abusados por una directiva mal intencionada y a veces, hasta poco formada para dirigir el debate parlamentario que es vital para arribar a consensos y decisiones de país que reclaman de su saber.
Lo que es cierto es que, sea mediante una formación integral de una carrera corta o de mayores y mejores capacitaciones a los congresistas, el evitar una mala praxis parlamentaria es vital para elevar la calidad del debate público sobre la legislación a aprobarse por el órgano legislativo así como para mejorar la calidad de las normas y leyes a las que se les da vida en el mismo y así no tener esos zafarranchos en los que el Congreso parece mercado o en los que, la directiva promueve una agenda oculta basándose en el engaño, el atropello y las actitudes dictatoriales que no son propias del Poder Legislativo.

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