Vandalismo
Vandalismo
Por Roberto C. Ordóñez
Según los historiadores, los vándalos fueron un pueblo originado en las riveras del Báltico, colindante con Alemania y Polonia. Su número se calcula entre 30 y 80 mil individuos, pero eran feroces en la guerra, llegando a dominar las colonias romanas africanas tomando la ciudad de Cartago, convirtiéndola en su capital.
Entre batalla y batalla, también sembraban cereales en las planicies africanas para comerciar con los europeos, cuyas naves asaltaban, pues otro de sus sangrientos pasatiempos era la piratería.
Eran crueles en la guerra y por donde pasaban causaban destrozos, tanto en vidas como en bienes. Mataban, violaban, robaban e incendiaban.
Fue tanta su crueldad que hasta el día de hoy usamos la palabra “vandalismo” para referirnos a los desastres causados por las personas que dañan a los demás, tanto en sus bienes como en sus vidas.
Aquí, en nuestra Honduras, abundan los ejemplos de vandalismo.
La destrucción de las señales en las carreteras es uno de tantos actos vandálicos. Sin ninguna razón, nada más que por hacer el daño, la gente las destruye con saña. Con martillos, almádanas y hasta con fuego. Los llamados ojos de gato colocados en el centro de las carreteras que son de tanta utilidad, son arrancadas solo por hacer el daño, porque no sirven para ninguna otra cosa.
En la recién construida carretera del norte ya están destruyendo estas señales.
Los destrozos causados por una turba en la Corte Suprema de Justicia para rescatar a un personaje que estaba siendo juzgado, son otro ejemplo.
Rompieron la verja de hierro del edificio; golpearon e insultaron a los guardias; destrozaron muebles, equipos y otros enseres, para por fin sacar chineado como un héroe al individuo que no querían que le aplicaran la ley, llevándolo a refugiarse a las instalaciones del Comisionado de los Derechos Humanos, cuyo jefe les dio refugio y protección hasta que ellos voluntariamente se fueron a echar pulgas a otra parte.
Sin ser experto en el tema, creo que la institución mencionada no es para eso. Es para proteger y defender los derechos del pueblo y no para dar cobijo y defender a delincuentes comunes, que a mi juicio es lo que son los que destrozan la propiedad pública o privada. En cada manifestación que realizan, por donde van pasando van causando daño. Quebrando vidrios; gritando obscenidades, pintarrajeando paredes con leyendas insultantes y lanzando piedras a personas y bienes.
La misma turba con la misma bandera de vándalos hizo lo mismo en las instalaciones universitarias y cuando la Policía llegó para disolver el tumulto también fueron a refugiarse a la oficina del “ombudsman”, palabra de origen escandinavo que significa precisamente defensor del pueblo, no de delincuentes.
En este caso los vándalos andaban enmascarados y en su mayoría no eran estudiantes universitarios. Según afirmó la rectora de la UNAH, eran mareros reclutados en sus barrios bajos pagados para causar destrozos, que hasta la fecha no han sido castigados por la justicia a pesar de que están plenamente identificados y denunciados.
También están los vándalos del erario público, los corruptos que hacen picardías, micos y pericos con el dinero de nuestros impuestos y contribuciones.
El caso de los saqueadores del Instituto Hondureño del Seguro Social es uno de ellos. Además de saquear la institución atentaron contra la salud y la vida de los asegurados, algunos de los cuales murieron por falta de atención y de medicamentos, mientras los culpables del saqueo se daban y algunos todavía se den la gran vida.
De la noche a la mañana aparecieron nuevos ricos, comprando propiedades por todos lados. En Nueva Orleans, en Miami y en Honduras.
Automóviles de lujo; viajes a todo tren; costosas joyas; armas de colección; bellas amantes y otras cosillas pagadas con el dinero de los asegurados.
Entre más esculca la Comisión Interventora, más picardías encuentra y las cifras del robo van en aumento. Son cantidades impresionantes que los simples pagadores de impuestos no podemos ni imaginar.
De los antiguos y originales vándalos europeos solo queda el recuerdo histórico y unas cuantas palabras de su dialecto.
Los nuevos vándalos tienen diversos nombres: Frente de Resistencia Popular, Partido Libre, los Indignados y otros, agrupados bajo el denominador común de la incultura.
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