Milenio sin cuenta



Milenio sin cuenta




GASPAR VALLECILLO MOLINA



Entre más se menciona la corrupción más se promociona. Se conoce quiénes son, cómo operan y dónde están los corruptos que bien organizados controlan el poder. Sin duda.

La noticia cotidiana desgana por más trascendente que sea. Lo del IHSS pronto será historieta. Ocultaron a capos políticos y empresarios, dejaron escapar a muchos y los pocos presos serán condonados por su silencio.

Nuestra justicia, otra vergüenza.

Este gobierno conoce muchos actos de corrupción y nada pasa después del escándalo y de las trilladas aseveraciones de “hoy sí y nunca más”, que hacen sospechar el contubernio.

Montan un circo absurdo con mandaderos que no son honestos consigo mismos ni con este pueblo que merece respeto y cumplimiento del mandato dado con el voto en eso que llaman democracia participativa. Nuestra desgracia excluyente.

Los corruptos siempre han estado al alcance de la justicia pero “cuando la conciencia pierde la resistencia descubre la indecencia” despreciando que la verdad es eterna y la mentira efímera. Un gobernante honesto no puede ni debe ocultar la verdad. Jamás.

“Revertir esta calamitosa situación no sería ningún milagro de misterio... lo que el hombre hace no es ni milagro ni misterio.

Debe llegar alguien que use su liderazgo, primero, para abrir el sistema político (que no sea de amigotes y compadres), y luego que esa democracia conduzca a liberar y abrir el sistema económico que redunde en igualdad y oportunidad” Carlos Urbizo.

Seamos coherentes entre lo que creemos, decimos y hacemos.

Los discursos son intentos de convencer y en nuestro país catervas de falsas apreciaciones que ya no creemos y menos aceptamos.

Nos hartó la mendacidad de ególatras con poses de yo no fui.

JOH es optimista nato. Ricardo Maduro insistía haber hecho lo que “nunca antes en la historia… por primera vez” y ya ven, después de él hubo un desastre fiscal que nos endeudó el hoy negándonos un mañana promisor. Y la justicia lo sabe, pero calla, coludida.

“Vendrán inversionistas, Amapala será polo del desarrollo, haremos grandes exportaciones y tendremos un turismo interno e internacional sin precedentes” y otros sofismas que preocupan sobremanera por las situaciones no superadas por más que jueguen “yoyo” con las falseadas estadísticas.

Dicen que hay menos crímenes y todos los días los noticieros se tiñen de sangre y violencia.

Los gringos están advertidos del riesgo de venir a Honduras. ¿Entonces quien invertirá?, ¿los nacionales, acosados por los cobros de “guerra” de la delincuencia común y la carga impositiva oficial?

Honduras se desangra y empobrece, mientras los diputados proyectan su ignorancia e incapacidad en propuestas estúpidas.

Emilio Dionisio Guerrero les recomienda dedicar su oportunidad en mitigar “la miseria, hambre, muerte, violencia, corrupción impunidad, desigualdad, nepotismo, abuso, autoritarismo, populismo, ignorancia, caudillismo y sumisión que son parte cotidiana de nuestra forma de vivir”.

No hay combate contundente contra la corrupción, garantías ni seguridad jurídica y menos transparencia.

La corrupción es marca de país cimentada y protegida por la impunidad y la colusión. Nosotros somos responsables de lo que somos y tenemos. Nadie más.

Me duele que mi hijo adolescente escribió: “Vivo en un país de mentiras, sin nombre, sin sueños, sin verdad”.

Por los malditos corruptos, la injusticia y falta de transparencia perdimos el beneficio de la cuenta del milenio

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