Ausencia de solidaridad gremial

Ausencia de solidaridad gremial


Por: Miguel Osmundo Mejía Erazo*
El ser humano es social por naturaleza, muchos han tratado  de vivir  solos pero al final se han convencido que tarde o temprano van a necesitar  de alguien, lo normal es que el hombre busque convivir con otros por tener alguna afinidad sea personal o por la búsqueda de objetivos comunes o para protección mutua, he aquí el surgimiento de los grupos organizados en agrupaciones con características comunes formando así: sindicatos, patronatos, asociaciones, colegios profesionales, grupos religiosos, partidos políticos, allí están bien o mal  los grupos dentro de la sociedad han existido desde tiempos remotos y seguirán mientras existan personas que por cualquier razón deseen agruparse y estén convencidos que juntos y organizados podemos  lograr mucho.
En los últimos tiempos la legislación universal y las nacionales contemplan  el derecho de asociarse libremente y manifestarse acorde a sus objetivos y principios de acción. Nosotros en lo particular siempre hemos pertenecido a uno o varios grupos y a lo largo de nuestro recorrido hemos practicado en algún momento la solidaridad gremial, el preocuparse por el disfrute de los mismos derechos y el bienestar de los demás. Hasta hace algunos años la defensa común de los intereses era un hecho evidente, al parecer había más camaradería y preocupación por los problemas de los demás, en el caso particular recuerdo que las juntas directivas de los gremios tanto maestros como periodistas, se encargaban de nombrar comisiones para visitar los socios o agremiados enfermos,  ayudar al compañero o compañera en la agilización de trámites inherentes a la profesión, recuerdo en los años ochenta y noventa me tocaba recibir a algunos dirigentes magisteriales que hacían el papel de mandaderos de sus colegas, especialmente los del interior del país.
Hoy en día se enferma un colega ni  cuenta nos damos, mucho menos le visitamos en su lecho de enfermo, de repente escuchamos en algún medio de comunicación la nota luctuosa mencionando la desaparición física de un compañero o compañera y amigo, cuando nos enteramos ya es tarde y ni siquiera al velatorio asistimos porque posiblemente no conozcamos los familiares y  el difunto no se va a dar cuenta de nuestra visita, no obstante esas oportunidades deberíamos aprovecharlas para un reencuentro de colegas o miembros de una agrupación social, muchos nos hemos conformado con hacer una llamada o nos quedamos lamentando en casa la partida del o la colega, amigo, hermano de la misma  agrupación, sea esta  gremial, social, política o religiosa.
Pareciera que se está cumpliendo el precepto bíblico que dice: “y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará” aunque esto va más dirigido a los corazones insensatos, a los portadores de maldad que fríamente hacen daño a otro, también pareciera que este enfriamiento ha llegado a los grupos organizados de la sociedad en todos los gremios hay compañeros inválidos, postrados en cama y muchos de ellos no gozan de una pensión o jubilación y no lograron ganar grandes sueldos u obtener riquezas para contar con un fondo de reserva para su vejez o situaciones fortuitas. Conozco un caso específico, el talentoso locutor y comunicador Gilberto Arturo Díaz, que trabajó por muchos años en estaciones de radio, llegando a ocupar la Subdirección de Radio Nacional de Honduras, hoy en día el amigo Gilberto ha perdido la vista, y su esposa quedó inválida por un tiempo, un hijo los sostiene pero la misericordia de Dios es grande y por lo pronto le suplen sus necesidades elementales, pero no tiene Seguro Social, ni los ahorros para tratarse en una clínica privada. Algunos amigos tratamos de ayudarle según nuestras posibilidades, pero muchos de sus colegas y amigos se han olvidado de él.
Si hubiese un sistema se seguridad social para todos no sucedería esto, si los gremios de locutores, comunicadores, periodistas, poetas, escritores, artistas,   trabajadores en general tuviesen  medios o fondos de protección en vida y para situaciones precarias para cuando llegue el infortunio de la vida. Mientras tanto sabemos que la misericordia de Dios es grande y a los colegas y amigos y todos los desprotegidos no les faltará el techo y el sustento de cada día.

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