“El que no trabaja, no come”



“El que no trabaja, no come”





GUSTAVO LEÓN-GÓMEZ

Uno de los mayores problemas que nuestra sociedad ha enfrentado en las últimas décadas es el abuso de los derechos constitucionales por medio de una interpretación abusiva e ilimitada de los mismos en consideración al derecho personal y en desmedro del derecho de la generalidad.

A esto debemos sumar la irresponsabilidad de personajes políticos que, en el afán de alcanzar objetivos personales, incentivan y promueven conductas populistas a fin de granjearse simpatías de sectores que aparentan ser favorecidos por las mismas.

Por supuesto que un padre que no pone límite al derecho de un menor a salir y divertirse hasta la hora que desee, sin cumplir con obligaciones o ganarse ese derecho, será el padre más popular del grado.

La pregunta es: ¿será esto lo mejor para el menor?

Como todo en la vida, los premios, reconocimientos, empleos, oportunidades y espacios académicos deben ser el resultado de un proceso meritocrático, mediante el cual se mide el rendimiento, las habilidades, aptitudes, vocaciones y talento de las personas que optan a los mismos.

La formación académica no es un derecho, es una oportunidad que se obtiene fruto del esfuerzo, la dedicación y la disciplina que el ser humano se impone para alcanzar sus metas. Como resultado de esto, está el incentivo que se obtiene luego de trabajar arduamente y poder adquirir bienes materiales.

Según algunos teóricos, la diferencia entre el desarrollo de las naciones latinoamericanas y las naciones sajonas es que las nuestras, a diferencia de aquellas, se forjaron dentro de un sistema feudal en el que las personas nacían creyendo tener un derecho a recibir y el Estado una obligación a dar.

Nuestro clima benévolo y el sometimiento de los nativos americanos que los conquistadores españoles y portugueses encontraron coadyuvó en esta mentalidad que, lejos de premiar el esfuerzo personal, fomentaba el abuso de pocos a costa del sacrificio de muchos.

Así, los señores feudales tenían derecho a todo por ser señores feudales. En el norte, la cultura fue otra y, lejos de encontrar pueblos sometidos a la esclavitud, se enfrentaron a tribus que prefirieron morir exterminados antes de someterse al vasallaje y así, el conquistador, tuvo que subsistir por sí mismo, sin oro, sin comida y sin esclavos. De ahí nace la cultura meritocrática estadounidense que John Smith popularizó mediante su famosa frase “el que no trabaja, no come”.

Por supuesto que todos los hondureños debemos tener acceso a la educación. Es decir, no hay un ser humano que sea bueno para todo ni malo para todo. La clave está en descifrar adónde se encuentra el talento, las virtudes, la vocación y las aptitudes de una persona.

Puede ser que algunos tengamos talento para ejercer profesiones liberales, pero puede ser que otros tengan talento para trabajos técnicos que requieren habilidades manuales o para aquellas artes un talento natural como la música, la pintura...

El Estado debe discrecionar mediante la medición de habilidades, talentos y vocaciones, el arte, profesión y oficio para el cual sus ciudadanos tienen aptitud y así “meritocratizar” la educación y efectivizar sus resultados

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