Resultados
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Por Edmundo Orellana
Catedrático universitario
El Presidente dice estar satisfecho de los resultados de estos tres años de gobierno. Reconoce, sin embargo, que muchas cosas están pendientes. Por eso, considera necesario, al menos, un período más.
Alega que en cuatro años de gobierno no se pueden resolver los problemas históricos del país. Tiene razón. Sin embargo, no repara en que muchos de esos problemas son el resultado de malas prácticas políticas y administrativas, que su gobierno insiste en aplicar, magistralmente, como es el caso de la ausencia de transparencia en la administración de los recursos y, por consiguiente, la liberalidad de su manejo.
Presenta como un logro significativo el incremento sustancial en la recaudación fiscal, requisito indispensable para cumplir con las metas que se ha propuesto. La severidad de las leyes y la agresividad de la dependencia respectiva en su aplicación, lo hicieron posible. Reconocemos que esta es una práctica de buen gobierno, porque el deber de contribuir con el mantenimiento del Estado es de todos, pero, en nuestro país, solo la clase media lo cumple y, especialmente, la asalariada.
No son pocos los empresarios cuya proclividad a eludir el pago de impuestos es harto conocido, al grado de que tal práctica ha servido de excusa al gobierno para aplicar un impuesto sobre los ingresos brutos, sin considerar las pérdidas alegando de que resulta sospechoso que negocios, aparentemente prósperos, reportan pérdidas todos los años, con el evidente propósito, según la autoridad tributaria, de no pagar el impuesto respectivo.
Incorporar a la economía formal todas las actividades comerciales y artesanales que nunca han tributado, también es loable. No lo es, sin embargo, que se lleve a cabo sin considerar que se trata de una nueva cultura que se pretende instaurar en estos niveles empresariales, acostumbrados a manejar instintivamente sus negocios. Lo que demanda de un proceso de inserción, acompañado de medidas gubernamentales que permitan a esos emprendedores el manejo de las técnicas, metodologías y procedimientos que la actividad burocrática tributaria demanda. Recaudo que los diputados al aprobar las leyes tenían el deber de precaver.
Los empresarios, en general, se ven sacudidos por estas medidas gubernamentales porque deben cumplirlas en un ambiente de inseguridad. Para proteger el negocio y la familia, deben pagar el denominado “impuesto de guerra” y, cuando se tienen recursos suficientes, contratar seguridad privada. Para los grandes empresarios esta situación no pasa de ser una incomodidad, pero para el micro, pequeño y mediano empresario, estas exigencias equivalen a una sentencia de muerte para el negocio. De ahí, que no es extraño que las organizaciones gremiales de los comerciantes denuncien, preocupadas, el alto número de empresas cerradas en los últimos años.
A esto se agrega el alto costo de los insumos para operar, sean importados o adquiridos en el mercado nacional. Los empresarios, sin embargo, trasladan estos costos al consumidor, a quien, realmente, estrangula la devaluación y la inflación.
Los ingresos fiscales sostienen al gobierno. Nunca dicho con tal literalidad. Porque, efectivamente, esos ingresos solo sirven para que medianamente funcione el gobierno, pero no son suficientes para financiar los servicios públicos. No es extraño, pues, que el gobierno recurra al expediente de la privatización, con la que logra cómodos ingresos para asegurar parte del sostenimiento burocrático, sin importarle la calidad del servicio prestado al consumidor.
El gran logro del gobierno, entonces, se reduce a asegurar los recursos financieros para mantener el aparato burocrático, al que solo ingresan quienes comprueban que votaron en las últimas elecciones internas y primarias del partido gobernante. Por eso, su compromiso es con el partido, no con el pueblo que los mantiene.
En conclusión, el incremento de la recaudación fiscal no ha incidido en la calidad de la prestación de los servicios en salud, educación, seguridad y demás (quien lo dude que repare en lo que está pasando con el servicio de energía eléctrica), pero sí ha asegurado un nicho para los militantes del partido de gobierno. ¿Por qué, entonces, debemos celebrar el incremento en la recaudación fiscal?
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