La mora judicial

La mora judicial

Por: Benjamín Santos
Todo el mundo sabe lo que significa caer en mora en el pago de las deudas: se aumentan los intereses y se pierde el crédito. Nada de eso pasa con la mora judicial: volcanes de expedientes sin tramitar en los tribunales de justicia mientras los presos se pudren en las cárceles esperando que algún día sabrán la pena que se les va a imponer y cuántos años les falta para salir libres. Pero no solo en el Poder Judicial hay mora. Cuando fui jefe del Departamento Legal del Registro Nacional de las Personas encontré mil quinientos expedientes sobre solicitudes de tarjetas de identidad, pocas de las cuales necesitaban una investigación y se hizo; en la mayoría de los casos eran sentencias emitidas por los juzgados sobre temas registrales que el personal anterior consideraba que no estaban correctas, como si un registrador está facultado para corregir sentencias judiciales: di la orden de que se tramitaran todos los expedientes y en un mes estaba limpia la oficina de casos que tenían hasta cuatro años de esperar en perjuicio de personas que nada podían hacer ante la lentitud o la indiferencia de empleados a quienes ni conocían.

¿Por qué se acumula tanta mora judicial? Puede ser por causa de empleados y funcionarios negligentes, lo que se soluciona con una supervisión más diligente por parte de las autoridades superiores y la destitución de quienes fomentan el tortuguismo. Puede ser que se trate de personas que han caído en prisión por causas graves o leves, pero que carecen de recursos para pagar un defensor. Se dirá que para eso existe la defensa pública, un cuerpo de abogados contratados y pagados por el Estado para que el derecho de defensa llegue a todos como debe ser, pero ya sabemos que la carga asignada a cada uno de esos abogados por la cantidad de casos a veces se vuelve inmanejable, aparte de que tienen seguro el sueldo hagan o no hagan lo que deben hacer. Eso pasa con mucha frecuencia, no solo en el Poder Judicial.

El problema humano que se esconde detrás de todo lo que analizamos es doloroso. Después de la vida, el valor más apreciado de los seres humanos y aún de los animales es la libertad. Donde no existe la pena de muerte como entre nosotros, la pena mayor consiste en la privación de la libertad por un tiempo determinado en las condiciones que determina la gravedad del delito y la pena impuesta. Ya sabemos que el objetivo del sistema penal y penitenciario es la rehabilitación del delincuente, pero en muchos casos el privado de libertad sale peor que como entró, si entra como bachiller en delincuencia sale con un postgrado.

Al drama que viven los prisioneros que en muchos casos ya cumplieron la condena que nunca se les impuso por causa de la mora judicial, es la situación de abandono por parte de las familias. Mientras el cabeza de familia está preso, el núcleo familiar tiene que seguir viviendo y muchas veces se olvidan del pariente preso. Ese vacío a veces se llena en parte con organizaciones religiosas que asumen como compromiso la pastoral penitenciaria, pero sus posibilidades son siempre limitadas por razones de dinero y de tiempo.

Por lo dicho y por todo lo que se podría decir, felicitamos a la actual Corte Suprema de Justicia por haber incluido dentro de su agenda la elaboración y aprobación de un plan para reducir y si es posible eliminar la mora judicial. Solo contar los casos de expedientes que están en mora en todos los tribunales le ha costado un gran esfuerzo y el número total que han dado a conocer sin que quizá se haya terminado el trabajo de diagnóstico es escandaloso. Pero eso ya es el inicio de un trabajo que comprometerá a todas las instancias del Poder Judicial. El inicio ya es parte de la solución.

Sabemos que concluir lo que se ha iniciado no será fácil. Habrá que revisar caso por caso en las instancias correspondientes. Posiblemente se encontrarán con muchos casos en los cuales los privados de libertad ya cumplieron la pena que nunca se les impuso, pero puede haber casos de personas que por su conducta, por la edad o por razones graves de salud merezcan una consideración especial. En fin, felicitaciones a la Corte.

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