¡Buen síntoma!

¡Buen síntoma!

Por: Edmundo Orellana
Catedrático universitario
Que el gobierno haya reaccionado como lo hizo por los avances de la MACCIH es un buen síntoma. Significa que está molesto y eso es bueno. ¡Muy bueno!

El Presidente de la República creyó hablar por todos los hondureños, cuando dijo que, por dignidad nacional, los extranjeros no deben sustituir a los hondureños. Se le olvida, muy convenientemente al señor Presidente, que esos extranjeros están aquí porque el pueblo indignado exigió que vinieran a hacer lo que las instituciones no han podido o no han querido hacer. Por otro lado, no cabe hablar de dignidad nacional cuando no es el pueblo el señalado, sino sus autoridades, responsables, por negligencia o complicidad del sistema de impunidad imperante en el país.

Al Presidente se unió el presidente del Congreso y otras altas autoridades. Están incómodos porque la MACCIH se fortalece y porque el presidente de Transparencia Internacional, TI, declaró lo que su alta investidura le exige decir. El gobierno no ha valorado las negativas consecuencias de esta cerrada y agresiva defensa. Se le olvida que la MACCIH está avalada por la cooperación internacional y que TI es una organización cuyas evaluaciones son consideradas por los empresarios como indicadores idóneos para identificar los países con mejor ambiente para invertir. Atacar la MACCIH y al presidente de TI, simultáneamente, tendrá consecuencias en la cooperación internacional y entre los empresarios extranjeros.

Lo sucedido, sin embargo, es bueno para Honduras. Significa que la MACCIH provoca temor en el gobierno. Seguramente el informe presentado recientemente al secretario general de la OEA abundó en consideraciones sobre el sistema de impunidad y la visión retorcida de los políticos que, en su afán de repartirse chambas, no les importa degradar la institucionalidad, como en el caso del Tribunal Superior de Cuentas, TSC.

La presencia del presidente de TI coincide con la presentación de este informe y con el reclamo de la MACCIH a la negociación de los partidos en el TSC. Este señor no vino alternar con el poder, vino a decir lo que tenía que decir y lo dijo muy bien. La conmoción que provocaron sus declaraciones, es un claro indicador de que calaron hondo y también de que, en algunas autoridades, todavía hay escrúpulos.

Lo dicho por el presidente de TI también tendrá consecuencias para su oficina local, cuya cercanía con el gobierno ha generado la percepción de que se llevan muy bien, sin que para ello sea obstáculo la galopante y evidente corrupción gubernamental. O bien pretende matizar las declaraciones de su presidente, luego de que se vaya, para hacerle el juego al gobierno, o replantea su rol para acomodarlo a las declaraciones de este. Cualquiera que sea su decisión, las declaraciones del señor presidente de TI ya fueron escuchados por quienes debían oírlas.

Mientras tanto, el gobierno se reúne con el secretario general de la OEA y autoridades de la MACCIH, en Washington. Seguramente está preocupado por el contenido del informe recién presentado y por los alcances del convenio constitutivo de la MACCIH, que, a su juicio, no comprende intervenciones como las que esta tuvo en la elección de los magistrados del TSC. Reunión que, probablemente, pretende matizar el informe o limitar los alcances del convenio, o ambas cosas. En todo caso, la reunión se torna sospechosa por la urgencia de la misma.

A todo esto se suma, la noticia de la creación de una fiscalía especial que trabajará con la MACCIH y, desde luego, con los juzgados anticorrupción y antiextorsión.

Lo sucedido en estos días es de una extraordinaria importancia en la lucha contra la impunidad, porque quien luce acorralado, por primera vez, no es el pueblo, sino el gobierno. Se siente amenazado, no por actos sediciosos, sino porque las mismas instituciones comienzan a subvertirse contra el sistema de impunidad, amenazando sus nichos de poder.

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