Diputados: ¿piezas removibles por defectuosas?

Diputados: ¿piezas removibles por defectuosas?

Por Boris Zelaya Rubí

Tránsfugas: Es una denominación atribuida en la política a aquellos representantes que, traicionando a sus compañeros de la institución política que los enlistó en las elecciones, se apartan individualmente o en grupo del criterio fijado por los órganos políticos que lo han promocionado, o habiendo sido expulsados de estos, pactan con otras fuerzas para cambiar o mantener la mayoría gobernante, o para dársela a un grupo que no la tiene…”.

Los diputados elegidos en comicios generales, representan a todos los ciudadanos, aunque sean miembros de un partido político. ¡Tienen un mandato popular! No son escogidos para oponerse a todas las acciones del gobernante que no sea de su instituto político, al contrario van para apoyar o promover leyes que sean en beneficio del pueblo hondureño. Algunos que actúan como títeres o autómatas, obedecen órdenes sin analizar si su decisión perjudica la nación y otros hacen caso omiso a las disposiciones que considera disparatadas o para favorecer intereses oscuros, a estos últimos los llaman traidores y los acusan de cambiar su voto por dinero u otras canonjías del gobierno de turno.

En el presente período, los diputados que han votado responsablemente, sin intereses mezquinos, han desatado una debacle a lo interno de sus instituciones políticas, de donde pretenden expulsarlos y hay quienes proponen acciones descabelladas de legalizar, que los diputados como artículos o piezas defectuosas, sean sustituidos por otros, aunque no hayan sido electos por el pueblo. Eso nos hace recordar cuando activamos en política y los dueños del movimiento ganador, por supuesto parientes del candidato (que alguna vez dijera de ellos: “son mi cruz”) exigían que los aspirantes a padres de la patria, firmaran una hoja en blanco, para llenarla posteriormente con una renuncia, en caso de no estar de acuerdo con sus artimañas orientadas a ganancias financieras.

Como lo expresamos hace unos días, los resultados de las elecciones se conocen antes que se lleven a cabo, las encuestas secretas de los candidatos y por supuesto sin darlas a conocer a sus simpatizantes, les da el panorama real de su futuro, pero si son desfavorables las cifras, piensan que aún con un “puchito” de diputados, tendrán para negociar y conseguir algunas prebendas ¡hasta detener acciones que los puedan llevar “al pozo” penitenciario! “En política el apasionamiento no tiene límites”. Hay quienes juran y perjuran que su partido lleva las personas puras y cristalinas, desatando a lo interno un “canibalismo político” que en nada los beneficia.

Aquellos dirigentes que en algunos casos buscaron atraer simpatizantes, incluyeron en sus planillas gente exitosa y reconocida por hazañas deportivas, destacadas en asuntos benéficos o en algún campo científico, posteriormente los quisieron tratar como si fueran borregos o esclavos, dictándoles pautas a seguir en el Congreso de la República, forzándolos a obedecer órdenes de sus mentes enfermas de poder. Solo faltaría que al ser juramentados los padres de la patria, agregaran que juran obedecer ciegamente las órdenes de su partido político. Siempre existe más de alguno que por razones desconocidas ha sido integrado en la fórmula de diputados de esos anónimos y que jamás exhibieron una banderita representativa de la institución política, que resultan ganadores arrastrados por la popularidad del candidato, convirtiéndose en perros fieles y gritando a los cuatro vientos: al amo no hay que morderle la mano. ¡Pobres descerebrados!

Los subterfugios empleados por un partido para obtener la mayoría y simplificar triunfos a futuro, cambiando con algunos líderes -favor por favor- demuestran que ¡no hay carne dura a fuego lento! Fueron otros personajes que por defender sus principios pernoctaron en las ergástulas penitenciarias, de esos súper hombres ya no quedan, el amor patrio y protección a los desposeídos, en la actualidad, a la mayoría solo les interesa rellenar y resguardar sus propios bolsillos. A los tontos útiles se les debe castigar en las urnas, para que desaparezcan del ámbito político y mueran en soledad, amortajados con el dinero que le robaron al pueblo.

Estamos seguros que en el segundo período del “indito de Lempira”, no convertirá el Congreso en una catacumba de personajes de dudosa reputación, porque nos haría recordar la frase maquiavélica: “el fin justifica los medios”.

De rodillas solo para orar a Dios.

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