Libre (R.I.P.) Generando odio y violencia, se autodestruyen
Por Boris Zelaya Rubí
Los políticos prometen acabar de raíz con la pobreza, así como los anunciantes de pócimas milagrosas aseguran que ingiriéndolas, se llegará a los cien años; otros a través de los medios nos atemorizan con el desplome de la nación entera si votamos por determinado candidato político.
Se ha convertido en algo común en los países donde se practican las consultas populares o elecciones, para elegir las personas que los dirigirán, explotar al pueblo con motivos emocionales prometiendo eliminar la pobreza, reducir el pago de impuestos, eliminar el cobro de la energía eléctrica y derogar para siempre el peaje por circular en las carreteras ¡venta de cambios sociales! promoviendo sus intereses mezquinos y sectarios.
Las maravillas ofrecidas sin cumplir, traen el desaliento y gritan a todo pulmón: ¡los políticos son iguales, mentirosos! Acompañan esas protestas haciendo una cruz con el dedo pulgar y el índice besándola y jurando que no volverán a votar. Pero los expertos en campañas políticas encontraron la fórmula para evitar que esos juramentos se vuelvan realidad ¡compran los votos! Y los pobres, que son la mayoría, aceptan a regañadientes y expresan muy apesarados… “del lobo un pelo”.
Al político no le importa mentir y que el resultado se vuelva una verdadera amenaza para el orden social. Total, por su desconocimiento de lo que representa ser un estadista, solo les motiva el deseo de hacer dinero y por supuesto la pompa y el arrastre servil de sus allegados, que vienen como premio con el poder, aunque efímero los distingue para toda la vida, así, el que ocupó ese digno cargo, le seguirán diciendo en cualquier lado señor Presidente, aunque por sus malas ejecutorias se pueda interpretar como burla o apodo.
En el inicio de actividades por la carrera presidencial, los más allegados al candidato (según Lenin “tontos útiles”) que arrastra con sus mentiras “como las serpientes bajo el hechizo de la flauta encantada, se dejan mecer por las frases musicales del hipnotizador verbal. Aunque el conductor de masas sea un insensato y objeto de hilaridad. Repiten como loros la famosa frase de Abraham Lincoln “El gobierno del pueblo, por el pueblo, para el pueblo…”.
El presidente Manuel Zelaya le faltó el respeto a nuestra democracia, haciendo que entraran enemigos de la libertad a nuestro territorio convirtiéndose en una de las causas que originaron la sucesión presidencial. A esos indeseables visitantes se les sigue calificando con la violenta metáfora de Jesús: ¡engendros de víboras! ¿Cómo podréis decir nada bueno si estáis envenenados? podemos sumar a la intención destructiva del disimulado pretendiente al trono, los sobrenombres que le dan los líderes extranjeros como: ¡vago internacional! ¡Aprendiz de dictador! Y otros. Los siquiatras no fijan los límites precisos entre la cordura y la insanidad mental. Algunos adormecen sus dolores y frustraciones humillando a cualquiera de sus más cercanos colaboradores, retirándolos de la organización política sin importar el sacrificio y el peligro que corrieron por defenderlo.
Este es el verdadero momento de peligro para el partido Libre y sus comparsas “intelectuales tras bambalinas” porque si ellos se han despegado de la realidad, las masas no. Sin duda en política, el apasionamiento no tiene límites, aunque jamás se produzcan los resultados esperados por el pueblo.
Desgraciadamente, en su trastorno ideológico (influencia de Patty), solo necesita mayor astucia y carencia de escrúpulos para lograr sus fines, por supuesto con la ayuda económica de los dictadores de izquierda.
Nuestras esperanzas están cifradas en los hombres que han tenido la oportunidad de gobernar con grandes logros, sin llevar como fin supremo mejorar su condición económica y por supuesto seguir investigando y castigar como es debido, a los que han cometido delitos contra el erario público, abrir los casos en que los finiquitos emitidos por el Poder Judicial sean dudosos (éxitos, supuestamente, de los abogados que litigan con dinero venciendo la ley).
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