DEPORTACIONES Y REMESAS
NI hablar de la gran muralla que vayan a levantar a lo largo de toda la frontera entre México y los Estados Unidos. El solo anuncio de masivas deportaciones para inmigrantes hispanos, tiene con escalofríos a cientos de miles de nuestros compatriotas y sus familiares aquí en el país. Y no es para menos. No solamente porque este es un tema sensible para tantos hondureños que se fueron huyendo de su tierra natal, bien por falta de empleo, por temor a la despiadada violencia en sus comunidades, o como resultado de siniestros naturales en su localidad que destruyeron sus hogares y pertenencias. Para Honduras, aparte del dolor humano, las deportaciones serían devastadoras a su economía. Este año se calcula que ingresarían al país $4 mil millones, en remesas familiares. Esos recursos son imprescindibles para la estabilidad de la moneda.
Ni imaginarse lo que ocurriría sin esos ingresos, si ya con ellos, los burócratas del Bantral, por instrucciones de sus jefes del FMI, tienen la moneda devaluada a 23.32 lempiras por dólar. Las remesas no solo contribuyen a las reservas internacionales sino que proveen ingresos a miles de familias condenadas a la extrema pobreza de no ser por lo que reciben de sus parientes en el exterior. Calculen qué tan grave sería el desempleo en el país, si millares de compatriotas no se hubieran ido para encontrar trabajo en otro lado. E imagínense qué pasaría si de repente regresa en forma masiva toda esa gente sin que el país pueda brindarles oportunidades de empleo porque aquí el FMI, con la pesada carga impositiva y sus medidas de contracción, tiene ahogada la posibilidad de generar fuentes de trabajo. “El presidente estadounidense pidió, al presidente electo, que haga lo posible por proteger de la deportación a los indocumentados que llegaron a Estados Unidos de niños, contra su voluntad, y se han educado en el país”. Ya no se trata de la protección de los inmigrantes como una política de gobierno, sino un ruego que hacen al nuevo inquilino de la Casa Blanca, para que no haya ensañamiento siquiera a los que ingresaron cuando eran niños y a los hijos de inmigrantes que nacieron allá. “Estos niños no hicieron nada malo –justificó Obama– han estudiado aquí, han declarado su juramento a la bandera y han servido en las Fuerzas Armadas”. Hasta hoy, es incierto a quienes abarcará la expulsión. Si a los más de 11 millones de inmigrantes indocumentados que residen en aquel país.
En una entrevista ofrecida por el presidente electo, dijo que “expulsará inmediatamente a unos 2 ó 3 millones de indocumentados con antecedentes criminales o afiliación a organizaciones criminales”. “Lo que vamos a hacer es tomar a la gente que son criminales y que tienen antecedentes penales, pandilleros, traficantes de droga, probablemente dos millones, podrían ser incluso tres millones, y vamos a echarlos del país o vamos a encarcelarlos”. Anunció, que “tomará una “decisión” –sin dar una luz de cuál sería– sobre el futuro de otro tipo de indocumentados que residen y trabajan en el país, incluidos jóvenes protegidos por la DACA desde que comenzó a aplicarse en 2012”. Hay una nota de aliento. El portavoz de la Cámara de Representantes expresó que “los legisladores no están preparados para formar un cuerpo que acorrale y deporte a inmigrantes indocumentados”. Sin embargo, el futuro de Ryan –por sus controversias con Trump– podría estar en alas de cucaracha.
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