Fuerzas Armadas se lavan las manos ante la reelección presidencial
Por Armando Cerrato
El general Francisco Isaías Álvarez Urbina. Jefe del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas de Honduras, en breve pero contundente declaración pública, se ha lavado las manos frente a la responsabilidad constitucional de la institución de ser garante de la alternabilidad en el gobierno.
El uniformado, bajo fuerte presión de sectores políticos y civiles de diversa índole, decidió salir al paso y pidió claridad, sinceridad y objetividad sobre cómo realmente quieren que actúen las Fuerzas Armadas en el complejo proceso político en marcha forzada hacia una reelección presidencial prohibida por la Constitución violada reiteradamente por el Presidente de la República Juan Orlando Hernández Alvarado y su Partido Nacional y otros oportunistas en busca de sostener u obtener cuotas de poder.
“Quienes nos presionan y solicitan que actuemos constitucionalmente, deben decir claramente si quieren que demos un golpe de estado”, retó el general a los líderes políticos, empresariales, obreros, religiosos, campesinos y estudiantiles que continuamente recuerdan a los militares su misión constitucional.
La última interrupción de un gobierno electo popularmente en Honduras se dio el 28 de junio de 2009, cuando los poderes Legislativo, Judicial y las Fuerzas Armadas apoyadas por gran parte de la sociedad civil defenestraron al presidente liberal José Manuel Zelaya Rosales, por intentar perpetuarse en el poder.
Por ello, el general jefe del Estado Mayor Conjunto sostiene que en Honduras se vive hoy una situación parecida a la de 2009 pero no igual porque ahora hay otros elementos que no la hacen similar, al tiempo advirtió que la institución es apolítica, obediente y no deliberante, por lo que obedece y cumple las órdenes emitidas en legal y debida forma por los organismos competentes como sucedió en 2009 que un juez natural nombrado por la Corte Suprema de Justicia ordenó la captura de Zelaya Rosales para seguirle juicio por traición a la patria, pero sus captores le enviaron al exilio en Costa Rica para evitar una cruenta y sangrienta reacción de sus partidarios hoy organizados en partido y segunda fuerza en la palestra nacional.
De las declaraciones del general Álvarez Urbina se desprende, que además otro elemento diferente al de 2009, gravita sobre la actitud de los mandos militares que fueron ofendidos y humillados por Zelaya Rosales que incluso asaltó con una turba de sus seguidores una base aérea en Tegucigalpa llevándose de sus bodegas material electoral que previamente le habían secuestrado y con el cual intentaría hacer una consulta popular para convocar una asamblea constituyente que redactara una nueva Carta Magna que le permitiera la reelección, al tiempo que destituía todo el alto mando, por no quererle acompañar en su aventura.
Hoy Juan Orlando Hernández Alvarado, abogado de profesión, pero de formación media militar, de hecho subteniente de la reserva y por derecho constitucional, Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas, exalta la labor militar y día a día asigna funciones a las diversas ramas que extienden significativamente su presencia en la sociedad nacional, al tiempo que las fortalece y moderniza con gran inversión en armas y equipos de última generación.
Aunque el general no lo dijo, se sobreentiende que la institución puede evitar la reelección como lo hizo en 2009 si así lo ordena la Corte Suprema de Justicia, misma que es la responsable directa de la violación constitucional que puede reelegir a Juan Orlando Hernández Alvarado, que dicho sea de paso controla los poderes Legislativo y Judicial, estamentos jurídicos derivados y todos los organismos electorales, además de contar con el apoyo incondicional de la cúpula dirigente de su partido que pretende legalizar la reelección en el Congreso pidiendo al pleno regular la misma para que se de tan solo por un período más para quien ya ejerce la Presidencia de la República.
Para ello se necesita el voto de la mayoría calificada del Congreso (86 de 128 diputados), que no se logra porque el partido en el poder solo cuenta con 51 votos de los cuales 47 son propios y el resto de desertores de otros partidos emergentes disgustados por el mando vertical que se les ha querido imponer.
A las deserciones los opositores suman la proliferación de aspirantes a ser candidatos oficiales a la Presidencia de la República, sin que ninguno de ellos tenga un planteamiento claro que motive a las masas a sufragar en su favor y frustrar la ambición nacionalista de quedarse en el poder hasta por cincuenta años como anhela el Presidente Hernández Alvarado.
Juan Orlando despliega una doctrina populista sumamente paternalista que cuenta con un enorme despliegue publicitario y mediático hábilmente conquistado y comprado a grado tal que intensas campañas en su contra y de su familia incrustada en varios estamentos del gobierno han quedado en el olvido y hoy están dirigidas a los líderes opositores a los que se trata de desprestigiar haciendo públicos informes e investigaciones en torno al manejo de fondos públicos cuando estuvieron en el poder algunas de sus figuras más relevantes.
Por ello sí damos la razón al militar la situación es parecida pero no similar a la del 2009. Es peor.
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