El país de lo imposible

El país de lo imposible

Por: Nery Alexis Gaitán
Aquí el plomo flota y el corcho se hunde. Muchas cosas marchan de atrás para adelante. Otras se hacen solamente para deshacerse y algunas solo para que le sirvan al olvido, o sea de pretexto por haber saqueado millones de lempiras del erario nacional. Inclusive, se inauguró el Trans 450 sin haberlo terminado, sin tener buses; pero es que aquí así son las cosas, pasamos de lo sublime a lo ridículo en un santiamén. Y todo marcha bien, nadie dice nada, las protestas son tan endebles que pasan desapercibidas.

Vivimos en un país muy rico, con una naturaleza muy generosa. Pero la mayoría de sus habitantes viven en la pobreza, no tienen acceso a explotar esos recursos. Estadísticas aciagas dicen que el 70 por ciento de la población vive casi en la miseria; miles de familias subsisten con un dólar diario. Y que los ricos solamente representan el cinco por ciento de la población. Esa es la tragedia nacional, no hay otra forma de nombrarla.

El calvario de los pobres es interminable. Ser pobre en este país es sufrir amarguras, penas y desencantos; la tristeza, hermana de la miseria, ronda por todos lados. Los pobres son olvidados, relegados y humillados constantemente. La vida del pobre nada vale y se muere tirado en la calle o en un corredor de un hospital público sin que a nadie le importe ni haga nada por socorrerlo.

Ser pobre en este país de inmensas honduras es estar expuesto a que lo asalten en el transporte colectivo o en plena vía pública, y lo maten por una bagatela. Es exponerse a morir en una balacera cualquiera por pelea de territorio entre maras o por ajustes de cuentas del crimen organizado, porque la distribución de droga, ese negocio maldito, impera en esta tierra de nobleza y de bien.

Aquí ser pobre es estar sufriendo el desempleo galopante, ya que se cuentan por miles los que no pueden conseguir trabajo; las fuentes de empleo parece que se hubieran agotado y que los grandes negocios y empresas egoístamente tuvieran acaparado el mercado laboral. Y los dichosos que consiguen empleo tienen que sufrir los mil y un vejámenes por parte de jefes de todo tipo. Los insultan, los hacen trabajar días y horas extras sin remuneración alguna, no les pagan el salario mínimo, les niegan el acceso al seguro social, etc. Así que obtener un empleo no es sinónimo de bienestar, sino de malvivir porque la vida está muy cara y los productos de la canasta básica andan por las nubes.

Aquí la pobreza impide tener un sistema de salud eficiente; los hospitales públicos son lugares deprimentes, carecen de todo, no tienen ni una pastilla para el dolor de cabeza; ir a morirse ahí por falta de atención adecuada es el destino de los que cruzan su portal. Nadie se conduele del dolor de los pobres; el personal médico, verdugos con látigo en mano, los desprecian terriblemente, mientras en los hospitales privados son un dechado de “amor”.

Ser pobre en esta tierra es ser víctima del injusto sistema de distribución de la riqueza social. Unos cuantos disfrutan de bienestar en detrimento de la mayoría. El gobierno no representa los intereses de los pobres, solo los del grupo de poder al que pertenece. Y la corrupción está presente en todas las administraciones gubernamentales sin excepción alguna.

Los partidos políticos han extraviado su horizonte y la búsqueda del bien común está ausente de su agenda política. Solamente les importa su bienestar personal o partidario. Las peleas, triquiñuelas y batallas internas están a la orden del día, llegar a los puestos de dirección, para manipular a mansalva, es su consigna.

Encontrar políticos honestos, que les importe mejorar la calidad de vida de los pobres es imposible. Todos andan tras la búsqueda del poder para enriquecerse impunemente. Por eso la corrupción y la impunidad son la tragedia nacional.

Aún así, el pueblo hondureño es digno y lucha por salir adelante en este injusto sistema de vida que necesitamos cambiar urgentemente para el bienestar de todos. En este actual estado de cosas termino preguntando: ¿servirá de algo la reelección presidencial? El pueblo tiene la última palabra al respecto.

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