APOYAR LO NUESTRO

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MUCHÍSIMOS comercios tienen la ilusión que en esta época festiva que se avecina puedan compensar la lenta actividad económica experimentada durante todo el año. Aparte de otros factores, incidieron esos puentes prolongados de holganza. Si bien el recreo sirve a los centros de entretenimiento y a sitios turísticos, paralizan el resto de la actividad económica nacional. La celebrada macroeconomía –sin restar mérito a los esfuerzos internos, pero más por efecto de factores exógenos– la ven como beneficiosa para el país. Pero en las nubes, inalcanzable para los de abajo. La pesada carga impositiva y las medidas de contracción que el FMI impuso para llegar a un acuerdo con el gobierno, contraen la demanda, ralentizan la actividad económica y sus ventas disminuyen. La devaluación ininterrumpida a que está sometido el lempira –ya que en el Bantral siguen al pie de la letra las instrucciones de sus jefes del FMI– cada vez encarece más las importaciones.

Así que muchos emprendimientos familiares, pequeños y medianos, igual que empresas de todos los tamaños que ajustaron pasar el agua durante los meses que van del año, confían que las semanas que vienen sean mejores. Cifran su esperanza en las navidades. Esa ocasión especial de mayor bondad en los corazones. Esperan que el consumidor saque lo poco ahorrado, utilice sus tarjetas de crédito, gaste su sueldo y aguinaldo –los que tienen empleo– para obsequiar, compartir y reciprocar. Como mucho de lo que se consigue en el comercio viene del exterior, la devaluación va a hacer que este año las cosas estén más caras. Pero eso no es culpa de los comerciantes, sino de los que llevan el lempira arriado. Las tiendas, los moles y los almacenes, suplen al consumidor tanto artículos elaborados en el país como artículos importados. Si es necesario comprar lo que viene de afuera que no se elabora en el país, perfecto, lo importante es abastecer los gustos y las necesidades en el comercio local. No todo debe obtenerse afuera. Hay tantas cosas hechas en el país que se ofrecen como bonitos y útiles regalos. Siempre hay gente que cree que solo lo extranjero es bueno. Que para presumir mandan a hacer afuera artículos que perfectamente los pueden obtener en la industria o el comercio local. Como si lo hecho en Honduras no mereciera aprecio. Hasta las tarjetas de Navidad las traen del exterior, como si eso fuese símbolo de distinción. Más bien presentarse con el orgullo de lo hecho en casa es elogioso a quien lo hace. Nunca hay que olvidarse del ambiente que nos rodea y de las limitaciones de otros en el país que vivimos. Menos menospreciar lo que ofrece trabajo a manos hondureñas.

Hace poco un alto dirigente empresarial nos confiaba que algunas de las empresas maquiladoras –amparadas en las exoneraciones– para el abastecimiento de sus necesidades domésticas preferían traer de afuera –incluso venían furgones cargados de países vecinos– lo que antes obtenían en el comercio local, afectando el ingreso de cientos de proveedores del entorno. El gobierno debiese implementar una política de apoyo a la industria nacional. ¿Cuántas oficinas compran afuera artículos básicos que se consiguen localmente? Como esas instituciones internacionales que mandan a hacer libros, revistas, folletos –y los meten dispensados– despreciando lo que perfectamente se puede hacer aquí en el país. En las disposiciones generales del presupuesto debiesen incluir una norma dando preferencia a lo nacional. Así como hay una campaña Marca País, que ha elevado la imagen de Honduras en el exterior, debiese haber un propósito colectivo de apoyar lo nuestro y elevar la autoestima de lo propio.

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