La MACCIH, ¿seriedad o comparsa?

La MACCIH, ¿seriedad o comparsa?

Por Abog. Octavio Pineda Espinoza

Cuando en enero del 2016 la Organización de los Estados Americanos (OEA) firmó junto con el gobierno de Honduras un convenio para el establecimiento de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), y muy a pesar que la ciudadanía tuvo serias reservas por el hecho que lo que habían pedido los indignados en las calles era una organización parecida a la CICIG de Guatemala, se anunció con bombos y platillos por ambas partes que el organismo recién creado sería el instrumento que el pueblo esperaba para atacar la impunidad y la comisión de los múltiples delitos de los últimos gobiernos, así como de la presente administración incluyendo los casos emblemáticos de corrupción de los mismos.

Una vez que revisamos el convenio nos dimos cuenta que la MACCIH no tendría suficientes mecanismos que le permitieran, por ejemplo, judicializar casos como sucedió con la CICIG en Guatemala sino que sus funciones primordiales serían apoyar, fortalecer, colaborar, contribuir y proponer al gobierno reformas al sistema de justicia hondureño, la coordinación entre las distintas instituciones del Estado, elaborar legislación para fortalecer el combate a la corrupción en y desde el sector privado, ayudar a crear mecanismos de rendición de cuentas de los órganos de justicia del Estado al igual que mecanismos de observación y seguimiento del sistema de justicia desde la sociedad civil, en otras palabras a la MACCIH no se le dotó de colmillos con los cuales morder, retorcer y arrancar el crimen y la corrupción campante de nuestras instituciones nacionales, se convirtió simplemente, en la compañera de baile del gobierno y nada más.

Ya ha pasado la mayor parte del 2016 y lo que la MACCIH podría presentar como logros son, en realidad, magros esfuerzos en parte de los cuatro componentes o líneas de acción del dichoso convenio que son: a) Prevención y combate a la corrupción, b) Reforma de la justicia penal, c) Reforma político-electoral y, d) Seguridad pública; el primer tropezón de la organización fue la tristemente célebre Ley de Secretos Oficiales en donde el gobierno puede declarar secreto todo aquello que no le convenga que se sepa por la ciudadanía y mucho menos por las instituciones llamadas a perseguir el crimen en todas sus formas, su derogación que debió ser parte del convenio original, ha sido solicitada y rechazada en varias ocasiones sin que el gobierno o el Legislativo den muestras de quererlo hacer.

El reciente desplante sufrido por la MACCIH con la elección a espaldas de la ciudadanía del Tribunal Superior de Cuentas, producto de un arreglo político entre el Partido Nacional y Libre, que alejó a la ASJ y otras organizaciones de la sociedad civil de ese viciado proceso, su tibio intento por hacer entrar en razón a la administración Hernández Alvarado y la virulenta respuesta de la misma, amenazando con revisar el convenio y luego, diciéndole directamente al director de Transparencia Internacional que visita nuestro país, “que no se meta en las cosas que no son de su incumbencia”, son solo dos pequeñas muestras de la inoperancia de la MACCIH y de la limitada capacidad real que tiene, lo que la convierte, en términos populares, en un elefante blanco más, de ahí su poca credibilidad entre la ciudadanía.

Dentro de las 4 líneas de acción antes mencionadas, las palabras operativas son: supervisar, apoyar, proponer reformas, revisar y analizar, cooperar, asesorar, realizar seguimiento, en fin, nada más que una tarea de acompañamiento a aquellas cosas que al gobierno se le antoje mover o reformar pero ninguna función que pueda forzar la mano del Ejecutivo, Legislativo o Judicial en un rumbo que implique la persecución real, institucionalizada y no antojadiza de la impunidad y de la corrupción en Honduras, es por ello quizás que muchos nos preguntamos si la MACCIH es en serio, un esfuerzo real de la OEA para erradicar esos flagelos de la sociedad hondureña o si simplemente se conformará con ser comparsa de las decisiones del Ejecutivo que ha cooptado a los otros dos poderes del Estado que deberían ser independientes y sin relaciones de subordinación.

Lo más seguro es que el pueblo hondureño, más temprano que tarde, volverá a las calles a reclamar justicia, a señalar el comportamiento cómplice de la MACCIH con el gobierno de turno o su ineficacia en los temas torales del país, incluyendo uno que han eludido frecuentemente, como lo es, el tema de la reelección presidencial, con seguridad, el tema de corrupción e impunidad más grande de Honduras por todo lo que ha involucrado; utilización de recursos estatales para dirigir una campaña política, manipulación de instituciones para usar sus recursos, licitaciones amañadas, ingreso del dinero de la droga y del lavado de activo a campañas políticas particulares, compra de conciencias y de medios con dineros públicos, intimidación, violación de artículos irreformables de la Constitución, instrumentalización del Ministerio Público, del Poder Legislativo, del Poder Judicial, del Instituto de Acceso a la Información Pública, del Tribunal Supremo Electoral, Tribunal Superior de Cuentas y otros, para asegurarle al titular del Ejecutivo su permanencia en el poder más allá de lo que la Constitución y las leyes señalan.

La historia será muy dura con la MACCIH sino endereza el camino pronto o si no da un paso de autoridad contundente, quizás, lo mejor que le pueda pasar será que tomen sus maletas, sus discursos bonitos, sus asesores y cachibaches y se regresen a la OEA a hacer diplomacia y que denuncien en su partida, la poca o más bien mínima, casi nula cooperación del gobierno hondureño.

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