Un Estado sin derecho

Un Estado sin derecho

Por Jorge Ponce Turcios
Presidente Colegio de Abogados (1994-1996)

Quizás la expresión máxima del absolutismo monárquico (siglo XV) sea la famosa expresión de Luis XIV Rey de Francia, “El Estado soy yo”. Posteriormente conocemos la historia; el despotismo, la sublevación del pueblo y la miseria reforzada por el pensamiento filosófico enciclopedista y los grandes pensadores, impulsadores por la nueva ideología como Diderot, Voltaire y posteriormente Montesquieu, ideólogo de las divisiones de poderes que debieron ser la base fundamental del nuevo régimen complementado por el pensamiento formidable del inglés John Locke en su estudio “Ensayo sobre el Gobierno Civil” (1690), sin olvidar a John Stuart Mills en su libro “Consideraciones sobre el Gobierno Representativo”. Nos encontramos con estos grandes pensadores del derecho que llegaron a dar forma a lo que hoy se conoce como “Estado de Derecho”, que simplemente quiere decir, primero que el estado absoluto y su servidumbre desaparecen para dar paso, ya no al sometimiento del rey sino a la ley que es la que le da forma y sentido al concepto que hoy se llama DEMOCRACIA, palabra hoy desgraciadamente desgastada por su abuso, restándole el valor, la dignidad y el concepto humanístico en que fue concebida y conformada institucionalmente. Particularmente, esto lo decimos por la tragedia institucional por la que ha vivido, hasta hoy día, nuestra Honduras.

Ejemplos claros de lo que decimos están a la orden del día: veamos la descarada violación a varias disposiciones (llamados pétreos porque no podían ser reformados de ninguna manera) tal como de manera tajante y clara la ordena la Constitución de la República cuando terminantemente prohíbe su contravención, sancionando la ley, en su caso, la misma con una penalidad cuya responsabilidad penal es imprescriptible, amén de que quienes han sido nombrados o electos bajo este esquema, consecuentemente también su “elección” y sus actos son y serán NULOS DE PLENO DERECHO. La gran desgracia es que estamos ante un “ESTADO”, bastante deteriorado institucionalmente y como le llaman ahora, sin ambages, “FALLIDO”. No es cosa de invenciones, es una realidad que la vemos y la sentimos todos los días; los “gobernantes” son incapaces de responder a las responsabilidades para las que el pueblo los eligió.

Ahora, como consecuencia del delito cometido por los poderes del Estado, estamos abocados a una especie de “circo” a un proceso electoral que adolece de nulidad como consecuencia de las violaciones efectuadas por los poderes públicos, especialmente la Corte Suprema de Justicia (Sala Constitucional) nombrada ilegalmente al efecto, lo que en Derecho quiere decir que dicho nombramiento es absolutamente nulo de pleno derecho, sobre este tema, la doctrina es unánime. Este es el pecado original del que adolece todo el proceso electoral en curso. Si a los “juristas” que actualmente son los titulares de estos poderes, les funcionara tan siquiera un mínimo el lóbulo derecho del órgano más noble de nuestro cuerpo como es el CEREBRO, así como si poseyeran un mínimo de la conciencia cívica y republicana que caracterizó a un Morazán y a un Cabañas, los dizque detentadores del poder actuales, jamás se les ocurriría incurrir en las barbaridades que casi a diario cometen.

Pero, para desgracia del país, la ambición motivada por los instintos humanos más degradados es muy superior a lo que se supone aprendieron en sus hogares, en sus escuelas y no digamos, lo que talvez aprendieron en la Facultad de Derecho, hoy por hoy, desgraciadamente (con excepciones) en secular deterioro.

En conclusión, desde hace una veintena de años o más, el país vive en un ESTADO SIN DERECHO, pasa a la deriva, siendo su quehacer fundamental el latrocinio y la arbitrariedad.

Para recordar lo que es convivir bajo un régimen de Derecho, recomendamos principalmente a las autoridades de la UNAH que, su Editorial, en su colección “COLECCIÓN CUADERNOS JUDICIALES NO. 4” reedite el excelente y didáctico cuaderno “EL ESTADO DE DERECHO Y LA CONSTITUCIÓN DE LA REPÚBLICA”, cuyo autor es el jurista y maestro de Derecho (hoy jubilado) Enrique Flores Valeriano, profesional competente, íntegro y maestro de nuestra Facultad de Derecho.

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