Técnicas de inteligencia: Operación Cachiros-Lobo La inducción al delito



Técnicas de inteligencia: Operación Cachiros-Lobo La inducción al delito

PG. Nieto

Asesor y profesor Ciencias de la
Inteligencia y Seguridad Integral
En la interesante película “Arde Mississippi”, basada en hechos reales, un agente del FBI consigue penetrar la organización criminal presionando al eslabón más débil. Después, toda la información obtenida de manera “alegal” tuvo que “blanquearse” para que surtiera efecto en una corte de justicia. La comparecencia ante la jueza Lorna Schofield en la Corte de Nueva York el pasado 6 de marzo, del acusado Fabio Lobo y del testigo de cargo Leonel Rivera, el mero líder del cartel de los Cachiros, presenta con la película algunas similitudes interesantes. La recomiendo.

En inteligencia, para penetrar y desmantelar una estructura criminal utilizando fuentes humanas, tenemos dos técnicas: La infiltración, o bien, la captación. Infiltramos colocando un agente propio dentro del cartel. Esto es muy complejo y peligroso, se necesita especialización y tiempo. También presenta la oposición de las autoridades judiciales porque no asumen que nuestro agente deba realizar acciones ilegales para no ser desenmascarado. El otro procedimiento es la captación. “Doblamos” a un miembro de la organización para que nos facilite información y pruebas de las actividades criminales. Este es el caso presente.

La técnica de captación requiere incentivos, positivos o coactivos. A la fuente se le recompensa con aquello que desea, o por el contrario se le chantajea y obliga a colaborar bajo amenaza porque se dispone de evidencias que le perjudican gravemente a él o a su entorno afectivo, como en este caso. En la declaración ante la jueza Lorna Schofield, el capo dice: “Desde el año 2013 estoy colaborando para la DEA”. Por lo tanto, el doblaje tuvo que hacerse bastante antes, ya que se necesita tiempo para investigarle, obtener las pruebas incriminatorias y captarle bajo presión.

Son importantes algunas de las cosas que confiesa el “testigo” en la Corte. Dice: “Comienzo las actividades delictivas en el 2003. Asesinatos, lavado de dinero, tráfico de armas, tráfico de drogas, sobornos…”.

– “Soy el líder de Los Cachiros, una organización extremadamente violenta”.

– “Admito 78 asesinatos y 15 intentos de asesinato”.

– “He pagado por la muerte del general Arístides González”.

Toda su declaración, aporte de datos y pruebas está pactada previamente con la fiscalía, a quien la DEA le ha facilitado las evidencias. El gobierno lo presenta como “testigo” de la fiscalía… y también como ¡¡víctima!! Esto es una aberración infumable. Leamos en la declaración. Jueza: ¿Por qué en 2013 comienza a colaborar con la DEA? Capo: Tenía miedo por mi vida y la de mi familia… Ser arrestado y pasar mucho tiempo en una cárcel de Honduras.

¿Miedo el jefe de jefes que ha confesado dirigir un cartel violento, 78 asesinatos y la muerte del general Arístides González? Esta puesta en escena insulta la inteligencia, golpea el estómago y zarandea conciencias… La DEA, una vez doblado, lo mantiene en actividad por unos dos años. Lo capacitan en el uso de medios de grabación y lo dirigen para la obtención de pruebas contra terceros. En el 2015 lo sacan de circulación y se lo llevan a los Estados Unidos. ¿Entendemos la operación? Autoridades extranjeras, en suelo hondureño, han permitido que el jefe del cartel continúe con sus actividades delictivas, y como esto es inaceptable le preparan la cobertura de que “grababa porque tenía miedo”. ¿Alguien se lo cree? Sencillamente lo hacía porque así se lo ordenaban las autoridades para las que trabajaba. Este intento de blanquear el sepulcro no cuela y es otra bofetada a nuestras instituciones. ¿Es que el fin justifica cualquier medio?

Preguntas de neófito, ¿las autoridades hondureñas tenían conocimiento de estas operaciones clandestinas? (Clandestino = Secreto + Ilegal) ¿Existe algún protocolo oficial para que autoridades extranjeras puedan trabajar sin conocimiento de nuestras autoridades en el territorio nacional?

Una metáfora. El presidente de la URSS, Nikita Jrushchov, mientras hablaba ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 12.10.1960, se quitó uno de sus zapatos y golpeó violentamente el atril para evidenciar ante el mundo su protesta por la injerencia internacional en las cuestiones de política interna en su país. Sobre este asunto, apunto lo que le he escuchado varias veces al candidato presidencial Luis Zelaya: “Es inadmisible que hondureños sean juzgados en el extranjero por delitos cometidos contra hondureños en Honduras”.

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