La percepción económica del BID



La percepción económica del BID

Por Héctor Paz Lázarus
Consultor y catedrático universitario

Laboré trece años en el Banco Centroamericano de Integración Económica, de los cuales cuatro fueron en la Oficina del Economista jefe. Trabajé en temas como la planeación estratégica y operativa-presupuestaria, la investigación de temas de desarrollo y el monitoreo de las economías de los países socios. Además, conocí sobre las calificaciones internacionales de riesgo y la emisión de bonos internacionalmente. Fue una experiencia muy enriquecedora.

Lo anterior viene a mi mente porque leí unas declaraciones del economista principal de otro banco multilateral, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El medio electrónico lo cita diciendo que la macroeconomía, especialmente el crecimiento económico, anda bastante bien. Agrega lo siguiente: “Honduras es el país que mejor está en Centroamérica, porque uno ve como la deuda de la región en general está subiendo y la deuda en Honduras se ha estabilizado y se proyecta a que baje” (Hondudiario, 23/2/2017). ¿Qué dicen los indicadores sobre nuestra realidad socioeconómica?
La deuda pública se ha agrandado considerablemente. Conforme a cifras del Banco Central, la deuda externa del sector público sumó US$6,030 millones al cerrar 2016, comparado con un monto de US$2,342 millones al cierre de 2009. En siete años, nos hemos endeudado US$3,688 millones.

Las tres emisiones de bonos soberanos por US$1,700 millones (dos en 2013 y una en 2017) se traducen en un endeudamiento total, incluyendo capital e intereses, de US$2,819 millones. En 2016, el sector público captó desembolsos de recursos externos por US$401 millones, contra un pago por servicio de la deuda externa pública de US$378 millones, quedando un saldo neto positivo de apenas US$23 millones. Asimismo, la deuda interna del sector público ha crecido fuertemente hasta ubicarse en 64,835 millones de lempiras al cierre de 2016, o sea, otros US$2,735 millones. El pago por servicio de la deuda interna asciende a US$649 millones. El servicio de la deuda total del sector público supera en 1.5 veces el Programa de Inversión Pública para 2017.

La realidad de las cosas es que estamos ante un círculo vicioso de endeudamiento, por lo cual se destinan cada vez más ingresos nacionales, que en Honduras apenas crecen, para honrar compromisos financieros, lo que puede conducir a más endeudamiento y empobrecimiento, porque no se cuenta con los recursos para satisfacer necesidades apremiantes de la población. La población ha confiado la administración financiera al gobierno, pero pareciera que no obtiene valor por su dinero. Las emisiones de bonos soberanos fueron recursos desperdiciados porque los de 2013 financiaron gasto corriente, mientras que los de 2017 pagarían deudas de la ENEE, lo que no tiene ningún beneficio en cuanto a mejorar la calidad de vida de la población mediante la inversión. Se deben asignar los recursos financieros en inversiones socioeconómicas viables para pagar las obligaciones, multiplicar la actividad económica, invertir en la calidad de vida y generar empleo formal, para revertir el círculo vicioso de pobreza hacia uno de riqueza a largo plazo.

Además, no estamos recibiendo valor por nuestro dinero porque la economía crece moderadamente, pese a que se han inyectado fuertes sumas de recursos externos e internos. En 2015 y 2016, la tasa de crecimiento económico fue de 3.6%. Para el 2017 sería de 3.5% (CEPAL). El Banco Mundial califica a Honduras como el país con la mayor desigualdad social en Latinoamérica, pues son pocos los sectores ganadores. En 2016, los sectores más pujantes fueron la banca, energía, silvicultura, pesca, avicultura y algunas industrias, pero todo lo demás tuvo un bajo dinamismo o decrecimiento, incluyendo las exportaciones de bienes. Contrariamente, Panamá creció cerca de 6.0% y Costa Rica más de 4.0%.

A los hondureños nos inquieta lo que queda en nuestra billetera. Al restar el factor demográfico (1.6%, INE), el crecimiento económico per cápita creció apenas 2%. Los precios de los bienes y servicios subieron 3.3%, una tasa de inflación moderada, pero superior a la tasa antes indicada. La mayoría de la población perdió poder adquisitivo en 2016 (-1.3%). La situación de por si es ardua, pues 61% de los hogares son pobres y tienen un ingreso per cápita de L. 3,103 mensuales, mientras que el costo de la canasta básica suma L. 3,298 en áreas urbanas (INE). Resulta apretado para los hogares satisfacer sus necesidades básicas, incluyendo las de alimentación. Además, el desempleo y subempleo se mantuvieron en 63% en 2015 y 2016. En el sector informal laboran 2.0 millones de personas, mientras que en el formal 1.6 millones de personas (INE), reflejo de que algo anda mal con las políticas públicas, incluyendo las económicas. Honduras tiene fortaleza, pero hay distorsiones ya identificadas, que impiden nuestra prosperidad compartida.

El BID ha sido un organismo serio, pero es difícil comprender una economía desde una oficina en Washington, D.C, aún cuando tiene presencia aquí. Hay que ir a platicar con la gente para conocer lo que sienten, piensan y viven, ya que esto no se toma en cuenta en los modelos econométricos.

Además, su monitoreo de proyectos ha sido incompetente con nosotros. El proyecto Trans-450 fue financiado mayormente por el BID, organismo que ya está cobrando por el préstamo, pero los capitalinos aún no tenemos el proyecto en funcionamiento. No se ha logrado la meta (ineficacia) y se han desperdiciado recursos (ineficiencia). Los hondureños deberíamos de ser rígidos con nuestros gobiernos y cooperantes, exigiendo resultados de desarrollo, transparencia y rendición de cuentas porque ambos manejan recursos públicos.

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