Embarrancina

Embarrancina

Por Boris Zelaya Rubí

Cada vez que se acusa de corrupción por parte de las autoridades a un funcionario, exfuncionario público o a un empresario privado, los ciudadanos nos enfrentamos a la difícil tarea de tratar de formar una opinión sobre su grado de responsabilidad en el asunto. Esto se hace prácticamente imposible, pues todos los acusados (tanto culpables como inocentes) responden en forma idéntica las preguntas del periodista de turno: “no tengo responsabilidad en el asunto y estoy dispuesto a colaborar con la justicia”.

Esperamos por el bien de la República y de nuestros estimados correligionarios, el expresidente Porfirio Lobo y el diputado Óscar Nájera, que las recientes acusaciones sin pruebas de culpabilidad, no sean más que un invento o venganza por parte de los que tanto dolor han causado durante años a nuestro país digno de mejor suerte. Los hemos conocido como hombres luchadores y de intenso bregar político para servirle a la patria, no creemos posible que los haya enfermado la ambición desmedida que por lo general induce a los hombres a cometer actos reñidos con la ley, si esa hubiera sido la causa de lo ocurrido, deberán cumplir los castigos por los delitos que se les imputan.

En el caso de nuestros correligionarios recientemente lanzados a la palestra pública por las declaraciones de un delincuente que guarda prisión en las tierras del Tío Sam, es elemental y conocido por todos los ciudadanos que sin pruebas fehacientes no pasan de ser “chismes” mal intencionados, aunque las declaraciones públicas de un exmilitar, aseverando que actualmente en Honduras hay policías, militares, secretarios, subsecretarios, magistrados y colaboradores cercanos al Presidente en actos ilegales diciendo que lo hace en forma “genérica” porque no puede ser irresponsable. Que no se debe echar la culpa solo a las maras si las órdenes vienen de altas esferas. Al tener conocimiento de quienes son los delincuentes ¿habrá notificado ya al Ministerio Público?

El Presidente de la República, no dudará, de ser ciertas las aseveraciones vertidas por el exmílite, en separarlos del gobierno e instruir a las autoridades para que procedan conforme ley. ¡Caiga quien caiga! De todas maneras tiene tiempo de sobra, para que en los próximos cinco años, nos permita vivir en paz y camino al desarrollo que sea esperanza para nuestros jóvenes.

La embarrancina que acaba de hacer un narcotraficante y asesino, al declarar en una corte contra personas conocidas de nuestra sociedad, tienen que estar sustentadas con pruebas contundentes porque de lo contrario se les debe devolver la honorabilidad, a todos nos hacen sospechar que ese tipo de noticias se hayan publicado a pocas horas de las elecciones primarias ¿podrán tener el alma tan podrida los adversarios del Partido Nacional o de la democracia? Según los noticieros el presunto colaborador o informante de la Administración para el Control de Drogas (DEA) tiene varios años de haber guardado las pruebas de las acciones que hasta ahora salen a luz pública, la pregunta es ¿será una casualidad que antes de las elecciones exhiban a los posibles contactos del crimen organizado? Ojalá que al igual que en Honduras los juicios en las cortes del Tío Sam, no duren hasta que ¡San Juan baje el dedo!

En nuestro terruño es práctica habitual la política sucia, calumniar personas como sospechosas de haber cometido un delito para después liberarlos por falta de méritos, quedan marcados para toda la vida y junto a él toda su parentela, esos errores de la justicia solamente son enmendados cuando los perjudicados demandan al Estado por esas injustas aseveraciones, aunque eso ocasiona buscar los más avezados abogados que por lo general se quedan con la mitad de lo que se recibe como resarcimiento por los perjuicios causados a los injustamente publicitados por alguna supuesta violación legal.

Ningún presidente nombra su equipo de gobierno para que se convierta en una pandilla de maleantes, si ellos por su cuenta tratan de abusar del poder, es seguro que irán a la cárcel, porque ¡nadie está por encima de la ley!

De rodillas solo para orar a Dios.

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