12 de marzo ¡día del juicio final!

12 de marzo ¡día del juicio final!

Por Boris Zelaya Rubí

“La actividad política es una práctica tan importante en tantos países, y el fraude electoral permanece poco estudiado. Por qué y cómo políticos y partidos violan las leyes para falsificar los resultados electorales, constituye un conjunto de temas cuya importancia pocos negarían. Entender cómo incrementaron ilegalmente sus propios totales de votos o disminuyeron los de sus adversarios, no es solo esencial para la historia de muchos sistemas democráticos, sino para comprender una actividad en curso en muchos otros”.

El día después de las elecciones internas, el 13 de marzo del año en curso, tendremos el resultado del primer colador. Entre los participantes en las elecciones primarias, unos celebrarán lo que todos sabemos: en el Partido Nacional, el triunfo de Juan Orlando Hernández y los diputados, de los que tal vez resulte una que otra sorpresa, con el reclamo (arreglado) de algún movimiento perdedor. Y en el Partido Liberal, será una quejancina de varios precandidatos, que parecerán plañideras de pueblo, con poses de mártires alegando que les hicieron fraude, aunque de antemano se sabía que no los seguirían ni los chuchos del crematorio municipal.

Los dimes y diretes, acusaciones y contra acusaciones no se harán esperar, desde ahora están sospechando que habrá venta de credenciales para dominar las mesas electorales, compra de votos e inflación de urnas. A varios, para seguir en sus días de exhibición personal, después de la derrota se dispondrán a impugnar. Los valientes que más se lanzaron por figurar unos días, manifiestan cínicamente que las masas los reclaman, patalearán y pegarán el grito al cielo, esperando que los llamen ofreciéndoles cualquier cargo futuro, pero con la condición de no entorpecer la unidad para hacerle frente a los verdaderos adversarios.

Otros que desde ahora presienten su catastrófica derrota, empiezan maliciosamente a insinuar que se investigue el origen de los fondos empleados en campaña, y malsanamente se atreven a decir que hasta los contrarios han financiados a los potenciales ganadores. No hay duda, si los cargos fueran ad-honorem, nadie estaría aspirando a sacrificarse para “servirle al pueblo”.

Lo más seguro es que después de los comicios, pasaremos unos días de vergüenza ante los observadores internacionales, pareciera que las elecciones son una carrera “a quién hace más triquiñuelas” y que ha sido práctica normal la utilización de recursos ilícitos para aumentar el gasto en campañas y obtener ventajas ilegales. Tuvimos el ejemplo de un expresidente que con toda la desfachatez del mundo y como si fuera una gracejada o práctica normal dijo: ¡gané con fraude!

En esta ocasión tratándose de las elecciones primarias, el descontento será entre aquellos movimientos internos de los partidos, cuyas corrientes encabezadas por una parvada de aspirantes a la Presidencia resulten derrotadas. La unidad entre vencidos y vencedores será una misión imposible, tendrán que intervenir todos los grandes “jefes” para armonizarlos y en ese torbellino tal vez sorpresivamente reviva un vejestorio que ya estaba para el triduo de misas.

Algunos de los nuevos en las lides políticas, vienen ostentando y remarcando sus licenciaturas y maestrías, todavía no entienden que en nuestra tan vapuleada democracia, importa más la viveza y la capacidad de intriga para sobrevivir entre “los sapos y las culebras”. La situación de inseguridad convierte toda acción para iniciar cualquier empresa por pequeña que sea, en un riesgo mortal, encontrando que vivir del erario es menos peligroso y sacrificado, por supuesto también juega un factor importante la afición a la ociosidad y el gusto por las fiestas, acompañados por la tendencia al derroche. Solo tiene que estar dispuesto a ser obediente y no deliberante, uniéndose al grupo de los “herrados y venteados”.

La suerte está echada, el candidato azul será el abogado Juan Orlando Hernández y entre los de la “chanfaina” se dará una de traiciones y señalamientos, y tendremos circo para rato. Los párvulos, solo habrán servido para dar apariencia de apertura, pasarán como si no hubiera pasado nada, felices por haber vivido una experiencia “bonita” y con el consuelo de que si gana su partido tendrán una chamba asegurada. El día del juicio final está por llegarles.

De rodillas solo para orar a Dios.

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