Las primarias, ventajismo, imposición, esperanza



Las primarias, ventajismo, imposición, esperanza

Por Luis Alonso Maldonado Galeas
General de Brigada ®

Las elecciones primarias del 2017, vistas superficialmente, aparentan acciones democráticas valederas a lo largo de la ruta que conduce al poder de la nación. Apreciadas en profundidad, nos revelan comportamientos atípicos, inaceptables y perjudiciales que dejan rastros antidemocráticos, inconstitucionales y hasta delictivos que manchan el proceso; siendo característico el ventajismo y la imposición entre algunos de los actores políticos, no obstante, en otros la democracia se pinta de esperanza.

Es evidente el ventajismo, cuando en el Partido Nacional y en el partido Libre, comparten la candidatura por consenso, acomodando premeditadamente las fuerzas oficialistas; en el partido de gobierno a favor del Presidente y candidato por anticipado Juan Orlando Hernández Alvarado, quien aglutina en dos corrientes de su pertenencia, a más del 90% del electorado cachureco. Por otro lado, 7 movimientos se concentran alrededor de la señora Xiomara Castro, con un respaldo electoral también de más del 90% de la militancia del partido, con raíces de un socialismo extinto.

Tan solo con esta peculiaridad, estas dos instituciones políticas de corte autoritario nos dejan lecciones de discriminación, exclusión y negación de participación ciudadana. Se cerraron las puertas a potenciales liderazgos, se bloquearon las aspiraciones de actores emergentes con vocación democrática. Se reconoce el poder del caudillismo.

Es ventajismo, cuando se confirma que las estructuras de poder del Estado, son las mismas que mueven a la organización partidaria gobernante para el fin electorero.

La estructura que dinamiza los programas sociales de gobierno, es la misma que moviliza la voluntad del militante nacionalista, fiel e incondicionalmente; se incluyen recursos del Estado, hasta fuerzas de orden y seguridad.

El Presidente/candidato, pretende desde el poder justificar la reelección y arrastrar la conciencia colectiva, hacia la complicidad de un delito constitucional rentable; con un alto déficit, expreso en la inmoralidad de la militancia cachureca, seguidora de ese vandalismo político-electoral. La impunidad se apresta a borrar las evidencias, la institucionalidad está a la orden.

En las elecciones primarias se manifiesta la imposición desde las estructuras verticales, cuando se pone en práctica la teoría del poder de la fuerza, a través de la autoridad central, del control y dominio institucional, del dinero, de la amenaza, de una suerte de “extorsión electoral”; donde el denominador común es el temor, complementado con la rentabilidad que da la pertenencia, el enraizamiento laboral, la membresía en los círculos selectos del poder, la oportunidad para hacer “inversiones” público-privadas, el acceso al próximo escalón político gratuito, el goce de privilegios, canonjías y regalías, la identidad personalizada con el poder. Ese alineamiento provee resultados inmediatos “satisfactorios”, pero efectos retrógrados para la democracia. La dignidad se enloda, la conciencia se anula.

En una masa votante significativa de estas elecciones primarias, el voto perdió su identidad soberana: se tornó inducido por un propósito reeleccionista compartido bajo presión, fue canalizado conforme al consenso motivado por una candidatura excluyente con dedicatoria, ha sido impuesto bajo la amenaza de expulsar a los desobedientes de la línea partidaria; se volvió ciego por mantener el poder, por incrementarlo, por proyectarlo, por imponerlo, se convirtió en mercancía al comprarse a bajo precio el derecho a ser libre, está contaminado porque descaradamente se infla multiplicando su ilegitimidad; en fin, el voto luce vergonzoso porque está marcado por el fraude, que hace delictivo el acto y delincuentes a los actores.

El objetivo cachureco se ha alcanzado: crear la percepción generalizada de que el candidato oficialista/reeleccionista del Partido Nacional es el más votado; para que ello valide o justifique la reelección presidencial. Esto es inobjetable al interés de los reeleccionistas, pero… ¿Es compartido por la opinión pública, persistirá esa percepción en el electorado nacional, que harán los constitucionalistas, los electores independientes, los nacionalistas que adversan el autoritarismo y que se sienten excluidos de ser también protagonistas de un mejor destino democrático?, ¿qué actitud asumirá la juventud expectante?

Afortunadamente, las elecciones primarias también significan esperanza, esa que inspira el candidato del Partido Liberal Luis Zelaya, ciudadano con perfil de estadista y liderazgo ético, quien surge portando el estandarte del liberalismo social, con capacidad, honestidad y vocación de servicio, coherente con lo que dice y hace, aquel que supera los aparentes imposibles, el que promueve la institucionalidad y la ética en el ejercicio de la función pública.

La esperanza que se traduce en una propuesta de 5 ejes fundamentales a saber: Empleo, educación, salud, seguridad e institucionalidad; que introduce los conceptos de movilidad social ascendente, de desarrollo económico inclusivo, con oportunidades para todos sin privilegios para nadie, que antepone el desarrollo humano sostenible al crecimiento económico, manteniendo sus vinculaciones recíprocas; que impulsa la seguridad humana, prioriza la prevención y demanda de la articulación del sistema de justicia y seguridad.

La esperanza que traerá consigo el adecentamiento de la política, la transparencia en la gestión del Estado, la eficiencia en los procesos administrativos, la devolución del poder al pueblo, la inclusión de la ciudadanía en la toma de decisiones y en la forja de la República. La esperanza de vivir en dignidad.

Durante las elecciones primarias, a gran parte de la militancia cachureca y a otros votantes, se les condicionó la libertad de elección, se les doblegó su voluntad, se les canalizó su albedrío, se alienó su conciencia ciudadana. Ello no incluye a los incondicionales reeleccionistas, muchos por cierto.

En el Partido Liberal, el pueblo elector ha experimentado el ejercicio pleno de un derecho inalienable, haciendo uso de la razón, de la libertad de conciencia, de la voluntad soberana; atributos que le son consustanciales al liberalismo social.

En este contexto, las elecciones primarias son para el pueblo que abraza las ideas liberales, un signo luminoso de esperanza.

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