¿Quo vadis Honduras? Rapa Nui
¿Quo vadis Honduras? Rapa Nui
Por PG. Nieto
Asesor y Profesor C.I.S.I.
La tradición cristiana coloca la frase ¿quo vadis domine? en boca del apóstol Pedro que sale de Roma huyendo por la persecución de Nerón contra los cristianos. En el camino se encuentra con Jesús cargando una cruz. ¿A dónde vas, Señor? -Voy a Roma para ser nuevamente crucificado- le responde. Pedro, avergonzado, regresa y continúa el ministerio para terminar crucificado, como el Maestro.
¿A dónde vas Honduras? Es la pregunta que debe estar en nuestro pensamiento cuando vayamos a depositar el voto. ¿Hacia dónde queremos llevarla? No es cierto que la Constitución y el marco legislativo hayan fracasado, al contrario, su fortaleza es tal que a pesar de los ataques sufridos durante años, se mantiene firme a modo de faro guía. ¿Hay que mejorarla? Evidentemente, pero nunca arrojarla al fuego. Las leyes deben estar en permanente reforma para adecuarlas a las necesidades de la sociedad en su desarrollo, seguridad y bienestar.
“No hay país subdesarrollado, sino mal administrado”, decía el abogado Peter Drucker. El problema no es la ley, sino la autoridad que maliciosamente la manipula. Tiene detrás una estructura que le apoyó para llegar al cargo y que más temprano que tarde, le recordará los incentivos por afinidad invertidos en él; o bien, los incentivos coactivos que utilizarán en su contra si no les beneficia en sus intereses espurios. Para esta casta la política es un negocio lucrativo. ¿La corrupción, la impunidad y la criminalidad se resuelven con una Constituyente? Eso es una falacia.
Observamos a quien -hasta ahora- se está beneficiando inteligentemente de la coyuntura. Se llama Luis Zelaya, el hombre tranquilo. Mientras el paladín amenaza con incendiar el país, el hombre tranquilo ofrece posada segura y calor hogareño. Es el padre comprensivo y conciliador de la parábola del hijo pródigo. El liberalismo es ya la segunda fuerza política por detrás del nacionalismo, y sigue subiendo entero. Las promesas del paladín solo son “llamarada de tusa”. A ver si se entiende que de donde no hay, no se puede sacar. Que si se pide prestado, hay que devolverlo con intereses, nosotros o nuestros hijos. Que si se regala la energía, luz y combustibles, alguien tiene que pagarlos de su bolsillo.
Una metáfora. Rapa Nui es una inquietante y hermosa película del año 1994, que trata de las leyendas que se conocen sobre la Isla de Pascua. La historia de varias tribus enfrentadas que en lugar de trabajar para desarrollar la isla buscan los intereses personales, terminando por destruir el medioambiente, el marco de convivencia y finalmente la propia nación. Honduras no puede seguir así. O se le pone remedio al sinsentido, o este país termina reventado como Venezuela.
Asistimos perplejos al desfile de candidatos cambiando de partido como se cambia de chaqueta. Sus supuestas convicciones políticas se las llevó un tal Alzheimer. Les aseguro que eso no es hacer política, eso se llama de otra manera. La política es una vocación de servicio similar a la vocación religiosa, servicio a la sociedad, al prójimo. La nueva correlación de fuerzas está dejando ver el verdadero rostro de algunos candidatos. Haciendo un paralelismo con el personaje de la novela de Oscar Wilde, “El retrato de Dorian Grey”, esta campaña deja al descubierto, como en la novela, los verdaderos intereses revanchistas y oportunistas que se esconden en algunos corazones. Recordando similitudes con uno de los cuentos de las “Mil y una noches”, Alí Babá, les vemos posicionarse junto a la entrada de la cueva donde están los tesoros, esperando que se abra la puerta el día después de las elecciones para comenzar el saqueo material y espiritual. Como dijo el pastor Evelio Reyes: “El pensamiento cristiano es irreconciliable con el marxismo, el socialismo y la nueva izquierda. No vayamos a transferir soberanía a aquellos que no comparten nuestra fe, que no respetan nuestros valores”. ¿Se entiende?
Honduras está ante una encrucijada. Nunca los valores morales han significado tan poco. Los depredadores de la democracia han penetrado y contaminado la sociedad. Se sienten progresistas relativizando todo porque es más cómodo cuestionar y destruir que sacrificarse por trabajar y generar convivencia. Desde sus despachos defienden las libertades individuales de vagos, inadaptados y sinvergüenzas, pero nunca los meterían en sus empresas, o en sus casas, ni los casarían con sus hijas. Utilizan el neolenguaje hablando de los derechos del pueblo pero nunca de los deberes. Piden respeto y dignidad para los delincuentes mientras se olvidan de los derechos arrebatados a los muertos. Salen en los medios atacando al gobierno para que mejore las condiciones de vida de los presos, pero no se acercan a los cementerios para observar las “condiciones de vida” de las víctimas, o la de sus familiares machacados ya para siempre. ¿Piden el voto? Ahí radica nuestra fortaleza, solo recordemos Rapa Nui.
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