Denuncias, propuestas y debilidades

Denuncias, propuestas y debilidades

Por: Juan Ramón Martínez
A los preocupados por el destino nacional, la paz interna y el prestigio internacional del país, nos inquieta el tono de la iniciada “campaña electoral”. Tanto en lo referido al comportamiento de los candidatos de las tres principales fuerzas políticas, como también por el desempeño del TSE y las presiones internacionales que, se ejercen desde algunas representaciones del exterior, especialmente de la UE, que por sus propios problemas, debía ser un poco más comedida. Menos colonial y arrogante, por lo menos.

En lo que se refiere a los candidatos, no hemos oído propuestas. Algunos se refieren, por medio de algunos de sus colaboradores, a hacer “propuestas” descabelladas e irrealizables, a las cuales, por salud mental, no hay que prestarle atención. JOH, el candidato con más opciones hasta ahora, ha dicho y con mucha razón, que más que ataques, lo que espera son propuestas. Y tiene razón. Por su doble condición de candidato de un partido político en competencia, y Presidente de la República, está llamado a ser el objeto central de los ataques y cuestionamientos. Es correcto, lo referido a los ataques. Estos, no contribuyen a la educación de la ciudadanía; ni a prestigiar el proceso. Solo son, una vitrina de la mala educación y de la vulgaridad. Lo que la ciudadanía requiere es crítica y cuestionamiento de la obra gubernamental realizada, por el Partido Nacional –que busca su tercer período consecutivo al frente del Ejecutivo– y las propuestas alternas respectivas. Las primeras, sin las segundas, son un ejercicio infantil, incompatible con la buena política, a la que aspiramos. Por supuesto, hay que evitar el reduccionismo en la política, como por ejemplo que, se regalara a los pobres la energía eléctrica; que se suprimieran los impuestos. Porque además de imposibles e irrealizables, ofenden la inteligencia de los electores, confirmando que los políticos, de proceso a proceso, en vez de mejorar, más bien se deterioran mentalmente. Perdiendo contacto con la realidad. Y desconectándose de la soberanía popular. Entre Villeda Morales y los candidatos, hay mucha distancia.

Las debilidades del proceso educativo, que no ha tenido preocupaciones por la formación cívica y ciudadana –un pecado de Pineda Ponce, que suprimió la Educación Cívica en el sistema– la práctica de la democracia, y el desarrollo del carácter de las nuevas generaciones, basado en la libertad y el compromiso; hace que, la demanda de los electores para sus líderes, sea casi inexistente. Más bien, lucen serviles y agachados, extendiendo la mano, dentro de un populismo imposible; porque sin fuerzas para crear riqueza, lo que los gobiernos pueden repartir, es pobreza. O engañosos espejitos. Por esta falta de demanda, la mayoría de los políticos, cree que pueden hacer con el pueblo, como lo han hecho con el país, lo que les da la gana. Y no se ocupan de estudiar los problemas torales, confiándose tan solo en los relumbrones del poder, las fotografías y los viajes. Gobernar a un país como Honduras es, complejo. Administrar la crisis, es fácil. La burocracia es insaciable y paralizante. La empresa privada débil, dependiente y asustada, empuja hacia la corrupción. Y faltos de objetivos estratégicos, somos víctimas de la manipulación externa. La UE, se da el lujo, en una asimetría vergonzante, de chantajearnos con migajas. Igual que en la colonia en que engañaba con espejitos a cambio de oro. O de información sobre el mismo. Claro, esto es posible, con una institución electoral, deteriorada, desde que le cambiaron el nombre. Y se la entregaron, a dos partidos y medio. Que, no solo ha complicado y encarecido los procesos, sino que además, privatizado actividades que, no debe. Con otros compatriotas, nos tocó dirigir el TNE, en las elecciones que concluyeron con la segunda transición interpartidaria del regreso a la institucionalidad democrática. Todo el proceso, fue realizado por el TNE, con el apoyo de las Fuerzas Armadas y de Hondutel. A petición del PL, llegó una misión de la OEA para, depurar el censo. No hubo necesidad de contratar compañías externas, para efectuar tareas irrenunciables de la institución, porque ello era impropio. Ahora, hay una discusión, porque la privatización crea, sospechas y dificultades. Esto hay que corregirlo. Porque no es otra cosa que, “capitalismo de los compadres”, para repartirse el dinero público. Corrupción? Usted qué dice?

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