Los profetas políticos



Los profetas políticos

Por: Mario E. Fumero
La onda profética dentro de muchas iglesias evangélicas está desencadenando confusión y división entre los diversos movimientos evangélicos. Estos profetas modernos se visten de iluminados y comienzan a profetizar que ciertos candidatos políticos ganarán las elecciones para la presidencia “porque así Dios lo ha dicho”, y esto ocurre en la época electoral. Unos profetizan que tal candidato será el presidente, otros dicen que será el contrario, tristemente usan a Dios y su Palabra como un método de manipulación política, y vemos a diario que estos falsos ministros se contradicen, y con el cuento “profético” quieren hacer prevalecer sus intereses políticos.

¿Se debe usar la profecía como instrumento de manipulación política? ¿Podemos manipular el quehacer social del mundo, tomando a Dios como instrumento mediático? La Biblia enseña que la profecía no es de interpretación privada (2 Pedro 1:20-21), y que no debemos usarla para intereses personales o políticos, ya que la misma se transmite a la Iglesia para edificación espiritual, y la cual tiene como fin afirmar la profecía bíblica escatológica para edificar del cuerpo de Cristo frente a los terribles acontecimientos futuros.

Pueden haber existido situaciones puntuales en torno a ciertos acontecimientos proféticos que en algún momento del Antiguo Testamento Dios haya escogido a ciertos reyes paganos para ejecutar un plan determinado sobre Israel, debido a su pecado y desobediencia, llevándolos al cautiverio. Esto ocurrió cuando Dios escogió a reyes como Darío, Nabucodonosor, Artajerjes, etc., los cuales fueron usados en su momento para tratar con su pueblo Israel debido a su pecado, pero en la actualidad, lo que va a ocurrir ya está determinado en la Palabra profética, y Dios no interviene en la política vernácula.

Los pastores deberían de estar predicando las señales escatológicas de los últimos tiempos, y no profetizando asuntos terrenales de un sistema corrupto. El mundo va de mal en peor, y se avecinan tiempos caóticos que preparan el camino para el reinado del anticristo, y no debemos usar el nombre de Dios en pronosticar temas políticos terrenales, porque tal acción es catalogada como una blasfemia, pues es tomar el nombre de Dios en vano, para algo prohibido en los mandamientos (Éxodo 20:7), y además, causa división y confusión en las iglesias, porque todas las ideologías humanas en el área de la política están contaminadas por el príncipe de este siglo (Juan 14:30).

Debemos dejar claramente establecido que nuestra misión eclesiástica es proclamar el reino de Dios, dentro del reino de este mundo. Como pastores de la grey, debemos separar el mensaje evangélico de la política de los hombres, y como profetas, denunciar lo injusto y condenar el pecado, sin caer en el radicalismo o el fanatismo, que no lleve a la intolerancia política o religiosa. Debemos respetar y orar por los gobernantes de turno (Romanos 2:2), sean de izquierda, de derecha o de centro, y debemos respetar la libertad de conciencia política de los miembros de nuestras congregaciones. No debemos de usar el púlpito para alinearnos a favor de una corriente partidista en el marco de las filosofías políticas o sociales, porque en todas ellas hay un lado bueno y también existe un lado malo y negativo.

Es común que en épocas de elecciones algunos falsos profetas instrumentalicen la religión para favorecer a determinados candidatos. Esto es contrario a la ética, moral y principios evangélicos.

Tengamos cuidado como pastores no incurrir en los errores del cristianismo en el pasado, cuando se pronunció y protegió gobiernos dictatoriales, inmorales y corruptos. Recordemos las palabras de Jesús cuando dijo que en los últimos tiempos viviríamos como en los días de Noé (Mateo 24:37), en donde en la tierra todo el mundo estaba corrupto y lleno de violencia (Génesis 6:11). Por más que queramos defender una ideología política, la Palabra tiene que cumplirse, y todo alineamiento partidista afectará la relación entre los hermanos, y mezclará las tinieblas con la luz, recordando que somos hijos de la luz (1 Tesalonicenses 5:5), y nos pondrá en el dilema de que estaremos sirviendo a dos señores (Mateo 6:24), y esto no es correcto.

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