La viveza popular en Tegucigalpa
La viveza popular en Tegucigalpa
Por Marcio Enrique Sierra Mejía
Tegucigalpa comienza el 2017 con “grandes proyectos” viales y de infraestructura que pretenden solucionar el caos vehicular de la capital, como son los puentes aéreos y una que otras vías alternas. En tal sentido, se implementan planes de desvíos no tan bien implementados que en poco solucionan las concentraciones de vehículos en zonas usualmente más tranquilas, y lo que estamos observando, es el caos común en las calles de nuestra capital y el aumento del estrés generalizado. Empero, lo que llama la atención no es tanto el desastroso circular por Tegucigalpa, es más bien nuestra actitud como ciudadanos frente a las normas de tránsito y el respeto a los demás, que es el asunto que está complicando mucho más la situación.
En Tegucigalpa, las normas y señales de tránsito son sugerencias que el capitalino prefiere no tomar en cuenta: los altos se irrespetan; las líneas de división de carriles son invisibles, y en una calle de tres carriles (por el lado de la Toyota), violan lo establecido por las autoridades de tránsito vehicular, igual situación se ve con los puentes peatonales, el ciudadano prefiere no usarlo y correr el riesgo de cruzar el bulevar por los lados no autorizados.
Pues bien, y ¿por qué tanto libertinaje? Acaso es imposible reeducar nuestra gente estableciendo sanciones por las infracciones que cometen, principalmente los que conducen taxis y los rapiditos que se han convertido en los mayores violadores de las reglas del tránsito vehicular. Acaso nuestra Policía Nacional tiene la misma actitud hacia el incumplimiento de normas que el resto de capitalinos: pareciera que les importa poco y prefieren seguir la corriente. Los policías de Tránsito, se concentran en cuántas veces hay que mover el brazo para indicarle a los vehículos que sigan, ignorando todas las “vivezas” que suceden delante de ellos y, si alguien les comenta que deberían intervenir en una situación, solo responden siga, siga, cuando no lo dirigen, están más concentrados en platicar que en lo que pasa alrededor, y cuando patrullan se comportan exactamente como le he explicado en párrafos anteriores.
Esa actitud generalizada, la falta de respeto hacia los demás y el pensamiento de corto plazo que llevan a obstruir el cruce de dos avenidas porque así se sienten más cerca del destino, son los agravantes de esa congestión vehicular con la que tenemos que vivir todos los días.
¿Por qué no podemos evitar esos bloqueos que se producen en los cruces y que hacen perder muchos minutos de luz ámbar para ganar una vía libre en lugar de quedarnos diez o más minutos esperando que alguien desenrede el nudo que en la mayoría de los casos es ocasionada por taxis, autos y buses grandes?
Las autoridades que tienen que ver con este tema de tráfico vehicular y los conductores en general debemos empezar a dejar el lado negativo de la “viveza y creatividad hondureña” para poder desarrollar una sociedad en la que el respeto a las reglas de transito operen sin la necesidad de la intervención policial. Demostremos que no somos una sociedad fallida o perdida y que podemos cambiar, aunque nuestras autoridades no lo hagan y aunque sigan faltando proyectos de desarrollo vial apropiados que sabemos están en marcha.
El despliegue con viveza para conducirse en la capital nos afecta a la mayoría de conductores que todos los días recorremos de un sitio a otro nuestra ciudad capital, y produce un silencioso estrés, que se va acumulado y causa una ira que en cualquier momento explota y genera consecuencias no deseadas, que hasta concluyen en conflictos violentos, porque la gente que conduce anda de mal humor. La agudeza de ingenio o la rapidez de comprensión que muchos motoristas aplican para conducir con viveza están aumentando el conflicto que provoca la densidad vehicular en estos tiempos de “Papi a la orden”. Algo debe hacerse para cambiar esa actitud ciudadana que nos afecta diariamente. Empecemos por poner orden y controlar la violación a la Ley de Tránsito. Que se haga lo que se tenga que hacer empezando a controlar a los taxistas y buses rapiditos. Asimismo, a esos conductores no taxistas abusivos que también violan las reglas y cometen infracciones creyendo que son más vivos que los que no las cometen.
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