Fiebre reeleccionista



Fiebre reeleccionista

(De Ortega y Maduro a Juan Orlando Hernández)

Por: Jorge Ponce Turcios
Presidente del Colegio de Abogados (1994–1996)
Hay una conspiración que abate las democracias en América Latina, que se dirige arbitrariamente a quebrar la columna vertebral de la democracia como es el respeto y vigencia de la libertad de expresión política electoral que todas las constituciones modernas garantizan. Una de las maneras más vulgares de esta conspiración se manifiesta por la violación de los principios esenciales y procedimientos establecidos por la Constitución, así como por las leyes electorales, para la escogencia y elección de los candidatos de los partidos políticos a la Presidencia de la República. La violación referida es la que se refiere a la garantía de la no reelección.

La construcción del diseño de la institucionalidad democrática ha costado mucho sacrificio y dolor al pueblo hondureño. Toda nuestra América fue heredera de esos sacrificios, desde el gran Bolívar, San Marín, Nariño en el sur, hasta Morazán, Cabañas, José Cecilio del Valle, Joaquín Rivera y tantos otros heroicos patriotas que lucharon y dieron su vida por construir la República que hoy día es agredida para destruirla por bastardas ambiciones.

Nuestra patria Honduras, no está exenta de esas ambiciones bastardas. Cuando se violenta la Constitución, sin pudor y vergüenza alguna. El actual Presidente del país, junto con una pandilla de los titulares de los otros poderes del Estado, no ha reparado en incurrir en hacer de las disposiciones constitucionales irreformables, una “leguleyada” vergonzosa, rompiendo el orden jurídico supremo del país.

Malditos aquellos que no reparan en sacrificar la patria en aras de sus intereses bastardos. La historia los condenará más temprano que tarde. Fresca está todavía la tragedia que provocó la ambición de Manuel Zelaya Rosales, al tratar de quedarse en el poder. Esta historia la está copiando Nicolás Maduro en Venezuela. Que don Juan Orlando se vea en este espejo. Nosotros, la ciudadanía hondureña sufrimos los resultados desgraciados de esas ambiciones bastardas.

Las sentencias que sin ningún recato, ni vergüenza, ni respeto al orden legal profirió la Corte Suprema de Justicia, comprada por “treinta monedas” depreciadas, reformando disposiciones irreformables de la Constitución de la República, que, “per se” es nula de pleno derecho. Consecuencia de ello es que la sola postulación para la reelección del actual Presidente es nula, nula de pleno derecho. Quizás el señor Juan Orlando, que se supone estudió en la Facultad de Derecho, cuyo profesor de Derecho Constitucional fue don Oswaldo Ramos Soto, parece que no asimiló nada del buen maestro.

Entonces, cómo es que vamos a ir a unas elecciones viciadas que por su origen son “con pecado concebidas”, alevosamente.

Parece que se ha constituido la entente antidemocráticamente como lo estamos viendo con Ortega, Maduro, Correa, Morales, cuyo objetivo es destruir la voluntad popular libremente expresada. Como dijera el genio Einstein… “…más infinito que el universo es… la estupidez humana…” y la maldad politiquera, agregamos.

Volviendo a nuestra querida patria, ¿qué nos queda en estos momentos en que la Constitución se encuentra pisoteada y que, por lo tanto, no hay garantía para una sucesión electoral democrática legal, conforme a la Carta Magna?

A nuestro criterio, considerando que, en primer término siendo nula absolutamente la sentencia manipulada que reforma artículos constitucionales irreformables por mandato de la misma Constitución, por otra parte, no habría garantía para que una elección fuera “libremente limpia” y que por el contrario, hay indicios claros para que el fraude se imponga a favor de una reelección ilegal, en consecuencia; nos encontraríamos ante un proceso electoral inexistente, ya que los supuestos jurídicos para la validez del mismo son nulos de pleno derecho, como se deja dicho.

Las fuerzas honestamente cívico-democráticas, sin oportunismos y arribismos, debemos luchar para impedir que el acto ilegal e indecente de la reelección sea consumado. De no ser así, al país lo que le espera es que se repita la desgracia que actualmente vive el pueblo de Venezuela, e igual a lo mismo que pretendió Zelaya Rosales con la desgraciada “cuarta urna”. La historia puede repetirse otra vez, como tragedia.

La consecuencia es clara, el Tribunal Nacional de Elecciones debe declarar improcedente el proceso electoral en curso e instar al Congreso Nacional a convocar a la ciudadanía a un plebiscito conforme a lo que establece el Artículo 5 reformado… de la Constitución de la República, previa regulación, para que se convoque a una consulta popular en la que la ciudadanía determine la procedencia o no de la reelección presidencial de manera definida. Se debe evitar a toda costa que se repita la sucesión indefinida de Ortega y Maduro en Nicaragua y Venezuela.

Es la única posibilidad constitucional para que proceda o no una reelección sin violentar la Constitución.

No debemos permitir que se repita la trágica historia!

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